Partió uno de los últimos juglares vallenatos, a los 85 años, ícono de la narración oral y la poesía campesina, el maestro Leandro Díaz, autor de Matilde Lina. Hato Grande (La Guajira) febrero 20 1928; Valledupar (Cesar) junio 22 2013.
Nació ciego e iluminado por un talento natural, ese que no posee partituras ni conservatorio, únicamente el verso a flor de labio y la rima a flor de piel. Rey del merengue, una de las cuatro modalidades del género del vallenato, como lo es, la pulla, el son y el paseo.
Produjo más de cien canciones, pero sus títulos más sonados son: La diosa coronada, Los tocaimeros, Soy, El verano, La parrandita, La contra, El negativo, El cardón guajiro, Bajo el palo e’ mango, pero sin duda fue Matilde Lina, que lo encumbró e inmortalizó.
¿Cómo un ciego de nacimiento plasma tan poéticamente en sus cantos, los valles, los ríos, la belleza, la mujer, el amanecer, la sierra, y el amor? Muy fácil, con inspiración talento y tesón. Feliz viaje maestro, la sabana y las aguas claras de río Tocaimo lo despiden, pero la luz de la eternidad lo recibe por siempre.
Por Helena Manrique Romero