En el universo y la vida, el dinero y las cosas materiales van y vienen, lo realmente trascendental son los instantes que compartimos con nuestros semejantes, a quienes debemos amar y nos amarán; todos los seres sobre la tierra son especiales para nosotros, este es el camino a nuestro interior.
La felicidad no es recta ni objetiva, en ella existen curvas llamadas equivocaciones, se divisan destellos de prevención denominados amigos, fulgores de moderación que es la familia. Podemos lograr la felicidad si tenemos ruedas de renovación axiológicas, llamadas decisiones, con un pujante motor de cambio investido de amor, un obligatorio seguro contractual y con beneficio a terceros, considerado la fe para sentir y vivir la vida, con el óptimo carburante de paciencia orientando la marcha del vehículo que nos lleva a ser, el ser que verdaderamente debemos ser; Persona Humana, Gran Ciudadana y Ciudadano.
En este vehículo tenemos que ser práctico preceptor para conducirnos y ayudar a conducir a los demás; no te extrañes si alguien te hace ver algún error o defecto, no te enojes, lo hacen porque te quieren sentir y compartir lo bueno de ti. La verdad duele una sola vez y es una oportunidad para crecer, en cambio los vicios, las lacras, las máculas, las perversiones, los desenfrenos, inmoralidades y todas las malas acciones que cometemos, nos duelen cada vez que nos acordamos y dejan huellas toda la vida.
Vive, disfruta y goza lo bueno de la vida: la naturaleza, la música, las amistades, la familia, la sabiduría, la solidaridad, el respeto, el amor, la fraternidad, la colaboración, el altruismo, el deporte, el folclor, el diálogo, la paz, la intimidad, los carnavales y la tolerancia. Si posees y coexisten en ti todos estos elementos de humanidad, eres un soldado integral para conformar el ejército de la convivencia y la paz social. Para servir, el único requisito es tener fomentado la dimensión moral y social.
Recuerda, en la vida hay tres cosas que caminan y no retornan jamás: el verbo, las oportunidades y el tiempo. Por esta razón saca de tu interior todos aquellos apegos que no te dejan conducir el vehículo de tu felicidad y la construcción de la convivencia social y la paz universal. No basta ser una gran persona, esto hay que acompañarlo con la invención de un verdadero ser humano y la excelencia social, así te encumbras o ennobleces en la unidad dialéctica de la moralidad, la sociabilidad.
Wilmaro Garay Guerrero