Ahora que se va a reemplazar al papa Benedicto, vale la pena recordar la obra del sacerdote frustrado Federico Ricardo Wolfo llamada ‘Adriano VII’ y que vimos en el Teatro Eslava de Madrid y la cual tuvo resonante éxito en varias ciudades europeas y americanas. Su argumento es el siguiente: un seminarista expulsado de la institución es elevado a la dignidad de Papa y adopta el nombre de Adriano VII.
Debe recordarse que el único papa inglés ha sido Adriano IV, llamado Nicolás Breakapear y quien luchó contra Federico Barba Roja. Pues bien, el papa Adriano VII es muy moderno; poco usa el hábito blanco, fuma puros tabacos, acaba con los conventos tanto masculinos como femeninos, suprime el celibato. El hipotético Adriano VII nos da el tipo ideal de un papa pobre, desprendido, sin compromisos humanos, que no tiene otro lenguaje que el de la verdad, que repara injusticias, rehúye el beato tradicional de la corte pontificia y, al fin termina ganando a todos. Qué pena que este supuesto Adriano VII, aunque inglés, no hubiera adelantado y hecho realidad el proceso de renovación que hoy, de una manera más complicada, se trata de llevar a cabo, y que el supuesto Pontificio simplificó e implantó de una manera tan eficaz y evidente. Ejemplar y admirable Adriano VII, que se anticipó a devolver a la Iglesia su decoro y su misión.
‘Adriano VII’ se estrenó en el año 1967, en Londres, en el Mermaid Theatre, donde se mantuvo durante tres temporadas.
Federico Guillermo Rolfe fue periodista, pintor, fotógrafo y escritor, el cual no deja de arremeter contra las autoridades eclesiásticas que le negaron el sacerdocio.
Francisco Miranda Arroyo
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