'Tenga cuidado, huevón', le recomienda el taxista al periodista cuando se entera de que éste ha venido para elaborar un reportaje sobre el 20º aniversario de la muerte del capo del Cartel de Medellín y el séptimo hombre más rico del mundo en su momento, Pablo Escobar Gaviria.
Y añade: 'hay dos temas sensibles, que despiertan muchas pasiones en esta ciudad: Álvaro Uribe Vélez y Pablo Escobar. Por hablar mal de esos dos en el lugar equivocado, a usted lo pueden ‘levantar'.
'Levantar', traducido del argot paisa, tan rico en expresiones sicariales, es una de las tantas acepciones que tiene el verbo 'asesinar' en esta ciudad, aún polarizada por la memoria aparentemente imborrable de quien unos ven y califican como 'el Robin Hood antioqueño', y otros como 'un demonio que le hizo mucho daño a este país y al mundo entero'.
Registrada la advertencia —y silenciosamente agradecida—, el periodista le pide al taxista que se detenga frente a una edificación de tres pisos en una avenida copiosamente arborizada del barrio El Velódromo, iniciando así de manera aleatoria un recorrido de los sitios ofrecidos, a cambio de precios que van desde los 30 hasta los 900 dólares, como parte del itinerario del tour de Pablo Escobar. El más costoso, se promociona en una página de Facebook como un recorrido de cuatro días guiado por el químico Roberto Escobar Gaviria, alias ‘el Osito’, hermano del aún temido capo, invidente desde que abrió un sobre cargado de explosivo enviado a la cárcel del municipio de Itagüí, parte del área metropolitana de Medellín.
A pesar de que este tour es promocionado y recomendado por varios portales de internet nacionales e internacionales, nadie respondió el teléfono cuando el periodista intentó inscribirse para el recorrido, y lo mismo sucedió con las demás páginas web que promocionan toures similares.

La Catedral, prisión de lujo que lo ‘hospedó’.
Contrario a lo esperado, no ha sido sencillo hallar el lugar exacto de la última residencia y guarida del capo. Tal vez, porque los vecinos están cansados de dar instrucciones a los visitantes, o quizás debido a un ejercicio de amnesia voluntaria que practican para borrar la cicatriz dejada en el barrio en 1993 por el siniestro personaje, inmortalizada por el cultor de la obesidad Fernando Botero, quien pintó a un enorme Pablo huyendo del Cuerpo de Élite de la Policía sobre los tejados rojos del barrio El Velódromo, en donde según las versiones preferidas por sus cultores Escobar se quitó el mismo la vida de un tiro cuando se vio irremediablemente rodeado por los representantes de la Ley o —según las versiones oficiales— fue abatido por las balas de los agentes del Bloque de Búsqueda creado especialmente para perseguirle por cielo, agua, aire y tierra.
'Mejor, venga a las 12 de la noche, que es cuando Pablo sale a hablar con los visitantes', dice burlonamente desde su balcón el inquilino de una casa contigua, quien finalmente da información precisa al periodista sobre la ubicación del inmueble. 'Montañeros como usted vienen todos los días a preguntar. Ya es un poco cansón', comenta a continuación.
Advierte que la propiedad vecina ha sido reformada desde que mataron a Escobar, que en aquel entonces era de dos pisos solamente, y predice que nadie va a responder cuando el periodista oprima el timbre con la intención de hablar con sus habitantes. Y tiene razón: la casa permanece muda y su puerta infranqueable.

Edificio donde fue abatido el capo.
Monte Sacro
Monte Sacro es quizás el jardín mortuorio más exclusivo de Medellín. Sus inquilinos ‘disfrutan’ de vistas imponentes y del refrescante verdor de la montaña antioqueña. Y el más ‘ilustre’ y visitado de todos ellos es Pablo Escobar Gaviria.
'Siempre quise venir aquí. Soy muy aficionado a las historias de la mafia y he leído mucho sobre su vida', explica con cierto embarazo —se identifica como Daniel, a secas— un estudiante de biología ecuatoriano que ha venido expresamente desde Quito para visitar en este aniversario el conjunto funerario donde también descansan otros cuatro miembros de la familia Escobar.
Pero es Pablo quien atrae a la masa de visitantes, los cuales colocan ofrendas florales, globos plateados en forma de corazón y hojitas de papel que son fijadas mediante pincitas a un cordel que rodea las tumbas, en donde escriben mensajes en memoria y en homenaje al jefe del Cartel de Medellín. Uno de los cuidadores del lugar se encarga de ofrecer estas hojitas en blanco a los visitantes, 'por si quieren rendirle también un homenaje'.
Edificio ‘Mónaco’
Otra parada obligada del tour es el Edificio Mónaco, una estructura de fachada marmórea y abandonada, con canchas deportivas y piscinas que hoy sirven de criaderos a los mosquitos pero que en su momento contuvo las obras de arte, la colección de automóviles y demás lujosas posesiones del narco. Un solitario y huraño guardia de la Policía Nacional custodia la garita de entrada e impide el acceso. No le gustan los visitantes, es evidente, y se lo deja claro al periodista: 'Aquí viene muchas personas, y siempre vienen preguntando la misma chingada'.

En el edificio ‘Mónaco’, hoy abandonado, estuvieron las obras de arte y la colección de automóviles del capo.
La Catedral
Medellín estuvo a los pies de Pablo Escobar cuando el mafioso del narcotráfico decidió entregarse al Gobierno a cambio de no ser extraditado a Estados Unidos e impuso al Gobierno la construcción y ubicación de su propio presidio: La Catedral. El lugar es evidentemente estratégico como fortaleza. Es imposible llegar hasta los 3 mil metros, altura a la que fue construida, sin que el visitante sea avistado desde la cima cuando asciende por la serpenteante carretera. O sin que los lugareños dieran la señal de alerta. La versión popular es que los habitantes de Envigado, en donde Pablo Escobar regaló urbanizaciones enteras a sus habitantes, custodiaban celosamente la seguridad del capo.
La edificación desde la que manejó sus negocios, y en donde incluso practicó personalmente torturas y ejecuciones contra sus enemigos, ya no existe. Sólo quedan unos pocos cimientos de la estructura original, vecinos de una capilla y de una residencia para la tercera edad a través de los cuales los habitantes del municipio de Envigado pretenden enterrar el pasado.
En los veinte años de la muerte de Escobar, no hubo romerías ni peregrinaciones a este lugar, pero sí estaba David Sinclair, turista proveniente de Tampa, Florida, pensionado del sistema educativo de este estado, quien aseguró haber subido a La Catedral para asistir a una misa en la capilla, y que sólo se enteró de que esa fue una de las últimas guaridas de Escobar después de haber llegado al lugar.
'Cuando lo supe, quedé admirado', dijo en correcto español. 'Porque me quedó claro, luego de ver las cosas tan bonitas que han hecho aquí arriba —la capilla, el centro para personas mayores— que la sanación es posible. Colombia debe liberarse de la pesadilla creada por aquel demonio'.
Y advierte a continuación: 'pero todos tenemos algo de demonios'.
A la distancia, el Sol comienza a ponerse sobre los cerros que rodean Medellín. Los cerros se encienden con luces y explosiones de fuegos artificiales. Comienza La Alborada de fin de noviembre, durante la cual millones de pesos son derrochados en pólvora por los habitantes de las comunas, en donde mandan las milicias populares, y en donde buena parte de los totes, de los voladores y los cohetes son lanzados en honor al capo de los capos, Pablo Escobar Gaviria, para rendirle homenaje en los 20 años de su muerte.