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Operarios revisan los daños del motor de Southwest Airlines, tras el aterrizaje en Filadelfia. AFP
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Tammie Jo, la piloto heroína por sus nervios de acero

Destacan el perfecto aterrizaje de la tripulante, cuya maniobra salvó a 148 personas. Una mujer perdió la vida en el accidente.

Tammie Jo Shults, la piloto del avión de Southwest Airlines cuya falla de motor en pleno vuelo le quitó la vida a una madre de 43 años, es celebrada como una heroína por sus nervios de acero y un perfecto aterrizaje de emergencia en Filadelfia que salvó a las otras 148 personas a bordo.

Shults fue identificada como la piloto del vuelo 1380 de Southwest que el martes se dirigía de Nueva York a Dallas cuando el motor izquierdo del avión 737 explotó en pleno vuelo unos 30 minutos tras el despegue.

La piloto de 56 años, residente de Texas y madre de dos hijos, fue una de las primeras mujeres en pilotar cazas en la Marina estadounidense en los años 80 y también una de las primeras en pilotar el caza F-18 Hornet.

Mantuvo una calma increíble en una conversación con el operador de la torre de control de Filadelfia, minutos antes del aterrizaje de emergencia.

“Una verdadera héroe”

“¡La piloto Tammy Jo fue increíble! Nos hizo aterrizar sanos y salvos en Filadelfia”, escribió en Instagram la pasajera Amanda Bourman, una madre de tres hijos que viajaba junto a su marido.

“Esta es una verdadera héroe estadounidense”, escribió otra pasajera, Diana McBride, en Facebook, que celebró “el conocimiento y valentía” de la piloto y contó que tras el aterrizaje, Shults “vino a hablar con cada uno de nosotros personalmente”.

Usuarios de las redes sociales comparan a Shults con el capitán Chesley Sully Sullenberger, el piloto del vuelo de US Airways que aterrizó en el río Hudson frente a Manhattan en 2009 tras un accidente causado por un pájaro, salvando a todos los pasajeros y tripulantes. Su hazaña fue convertida en una película nominada al Oscar, Sully (2016), en la cual el piloto es encarnado por Tom Hanks.

Nervios de acero

“Southwest 1380, tenemos un solo motor. Perdimos parte de la nave, así que precisaremos desacelerar un poco”, dice Shuts con voz calma al operador de la torre de control de Filadelfia, poco antes del aterrizaje, en un diálogo difundido por el canal CBS.

“¿Pueden esperarnos los médicos en la pista también? Tenemos pasajeros heridos”, añade.

“¿Está el avión físicamente en fuego?”, le pregunta el operador. “No, no está en fuego pero le falta una parte”, responde Shults tranquila, reteniendo la emoción. “Dijeron que hay un agujero y que alguien se fue”.

Todos decían a Shults que no podría ser piloto si era mujer. La Fuerza Aérea incluso le negó el permiso para pasar el examen de aviación, pero la Marina la aceptó. Allí Shults creció como piloto y llegó a aterrizar cazas en portaaviones a 240 km/h.

Eventualmente, se tornó instructora. Aunque no se le permitía volar en combate porque era mujer, volaba como un piloto agresivo, según un foro de aviación militar que la describe.

Finalmente Shults, devota cristiana, dejó la Marina en 1993 y desde entonces ella y su esposo Dean residen en el área de San Antonio, en Texas, y trabajan como pilotos de Southwest.

Jennifer Riordan, la única víctima

La mujer que falleció, de 43 años, fue identificada como Jennifer Riordan, de Albuquerque, una madre de dos hijos que era vicepresidenta de una sucursal del banco Wells Fargo en Nuevo México.

Estaba sentada junto a una ventana que estalló al recibir esquirlas del motor, fue succionada al exterior pero en medio de los gritos y las máscaras de oxígeno que caían, otros dos pasajeros –un pasajero que llevaba sombrero de ‘cowboy’ y un bombero, identificados por la prensa estadounidense como Tim McGinty y Andrew Needum– lograron atraparla y meterla a la nave. Riordan estaba gravemente herida. Needum y una enfermera intentaron en vano hacerle resucitación cardiopulmonar, contó la pasajera Sheri Sears, pero la mujer murió luego de ser trasladada al hospital. Otras siete personas tuvieron heridas leves. Tras la explosión, McGinty intentó tapar el agujero en el fuselaje con su espalda, aguantando durante unos 20 minutos una extrema presión. “Algunos héroes visten capas, pero el mío lleva un sombrero tejano”, dijo a ‘USA Today’ su esposa, Kristen McGinty.

Se desconoce aún la causa del estallido del motor fabricado por CFM, un ‘joint venture’ entre la estadounidense General Electric y la francesa Safran.

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