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'Que tenga un largo reinado sobre nosotros: Dios salve a la Reina'. Así, tras la partida de este mundo de Isabel II a los 96 años, puede decirse que la letra del himno de Inglaterra se cumplió a cabalidad.

Elizabeth Alexandra Mary, la hija mayor de la casa de Windsor, dio su último suspiro dejando en la historia una huella inigualable, pues luego de 70 años en la corona fue el significado absoluto de monarquía moderna, el sinónimo perfecto de realeza, la definición de majestad.

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Un nacimiento real

Nacida un 21 de abril de 1926, cuando el mundo apenas se recuperaba de la Primera Guerra Mundial, creció en el seno de una familia que no se había preparado tradicionalmente para heredar el trono.

Su padre, el rey Jorge VI, era el segundo hijo de Jorge V. No obstante, su hermano mayor, Eduardo VIII, decidió abdicar por perseguir el amor de Wallis Simpson luego de pasar menos de un año en el poder. Polémica y escándalo se posaron alrededor de la Familia Real.

Así, con el pudor de la realeza en juego, Jorge tuvo que asumir el título, colocando sobre su posteridad la responsabilidad de gobernar, abriendo el camino para que su primogénita, Isabel, que tan solo tenía 10 años cuando este inició su mandato, comenzara a prepararse para la noble misión que recibiría.

‘Lilibet’, como era llamada por su círculo familiar íntimo, creció en compañía de su hermana Margarita, con quien solo conservaba cuatro años de diferencia. Juntas recibieron constante consejo de las dos reinas que residían en Buckingham: su madre Isabel I y su abuela, la reina madre María.

De esta manera logró tener una infancia y juventud tranquilas hasta que fue llamada por su antecesor a unirse al Servicio Territorial Auxiliar, la rama femenina del Ejército Británico, en el marco de la Segunda Guerra Mundial, a sus 19 años.

Un amor controvertido y un ascenso prematuro

Dos años más tarde, su vida, ya con la herencia legal de la Corona como un hecho, cambiaría significativamente. Isabel, después de un cortejo que duró casi 13 años, unió su corazón en matrimonio al de Felipe, el hijo de los príncipes Andrés de Grecia y Alicia de Battenberg, una de las familias reales más controvertidas de los últimos tiempos.

La cuestionable situación financiera y la nacionalidad de su marido hicieron que la boda estuviera llena de comentarios. Incluso, ministros y consejeros del rey llegaron a insinuar que el después nombrado Duque de Edimburgo no era suficiente para la joven princesa.

'Era un príncipe sin hogar ni reino', expresó el medio allegado al Palacio, poniendo un grito en el cielo.

Con poco tiempo de casados y ella teniendo tan solo 25 años comenzaron a recibir noticias difíciles. El rey Jorge fue diagnosticado con cáncer y no fue mucho el tiempo que esta enfermedad le dio. Isabel tuvo que tomar su lugar en todos los actos públicos debido a su incapacidad por salud.

Madurando a la fuerza, por la complicada situación física de su padre, la joven pareja viajó a Nueva Zelanda, Australia y Kenia cuando la noticia llegó: el rey falleció.

Tan pronto se supo, todo se preparó para el regreso y posterior coronación de la sucesora, que se convertiría en la primera reina heredera del trono británico desde Victoria, quien había estado 64 años en el poder.

A sus 26 años inició su reinado y el mundo entero, marcado por el característico machismo del siglo XX, tuvo que ofrecerle reverencia a la nueva soberana de Gran Bretaña, Isabel II.

Contrario a lo que la tradición sugiere, la hija de los Duques de York no cambió su nombre de pila para gobernar, mas lo mantuvo en honor a su madre.

Un reinado que marcó no una, sino varias eras

Ya en el poder, Isabel recibió una situación crítica para el imperio que defendía de parte de su primer ministro y uno de los hombres en los que mayor confianza depositó, el implacable Winston Churchill.

La crisis de la Gran Niebla y una economía golpeada por las guerras apartaron a Churchill del poder en el 55’, lo que significó para Isabel una baja sensible que no logró ser nunca suplida por ninguno de los cinco próximos residentes del 10 de Downing Street, quienes poco duraron en el cargo político, en comparación del ‘pug’.

No obstante, la falta de liderazgo en el primer ministerio acabó con la llegada de Margaret Thatcher, mujer conocida por su carácter de hierro. Sin embargo, la opinión pública siempre dibujó diferencias entre los pensamientos de la reina y la mandataria, mostrando la fuerza de ambas como garante principal.

Las dos se mostraron su mutua admiración y respeto años después.

Con Churchill y Thatcher como los principales, una lista de 16 gobiernos británicos existieron durante la vida de Isabel II, habiendo sido el último el de Liz Truss, a quien la reina invistió en Balmoral solo días antes de su fallecimiento.

De la misma manera, la monarca vio pasar a siete papas, 14 presidentes de los Estados Unidos y 21 gobiernos de Colombia, siendo un detalle de estos últimos que al único jefe de estado del país al que recibió en su residencia oficial fue a Juan Manuel Santos en el 2016.

{"titulo":"Isabel II suspende una reunión de Consejo Privado por recomendación médica","enlace":"https://www.elheraldo.co/mundo/isabel-ii-suspende-una-reunion-de-consejo-privado-por-recomendacion-medica-936511"}

Así mismo, un extenso listado de invitados de lujo estuvo a lo largo de su existencia en el castillo londinense entre los que destacan Nelson Mandela, Pelé, Donald Trump, Andrea Bocelli, entre otros.

Cabe destacar que bajo su mandato se libraron guerras internacionales como la de Vietnam, la de Irak y una, aún de más coyuntura para su rol, la de Las Malvinas contra Argentina, en la que Inglaterra venció.

96 años pasaron para Isabel y las polémicas nunca se alejaron del Palacio. La muerte de Diana, la primera esposa de su hijo mayor Carlos; la loca juventud de Harry, su nieto menor; la llegada de la divorciada Camilla Parker a la Familia y los particulares nexos de Andrés con figuras envueltas en escándalos siempre mantuvieron la atención mediática sobre los jardines

A través de todas estas situaciones, unas domésticas, otras nacionales e incluso algunas globales, el temple de Su Majestad siempre será recordado por quienes la rodearon y los que le sirvieron.

Ahora, con más ahínco que nunca, los pueblos de la Mancomunidad Británica de Naciones claman en señal de adiós la tercera estrofa de su himno: 'Y que siempre nos dé motivo para cantar con corazón y voz: Dios salve a la Reina'.