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La clave para superar las adversidades está en qué hacer con lo que a cada persona le toca vivir. Llevarlo a la práctica puede volverse todo un desafío. No obstante, existen miles de mujeres que día a día le ponen el pecho a la adversidad y deciden ser felices a pesar de todo.

Una de ellas es Stephany Doria Sanjuanelo, una joven economista, quien padece de una enfermedad denominada osteogénesis imperfecta, comúnmente conocida como ‘huesos de cristal’, la cual hace que se fracture con facilidad.

Se moviliza en silla de ruedas y, a sus 27 años, relató entre risas que a esta altura de su vida está acostumbrada a cualquier terreno y, si se le complica, pide ayuda. Su alegre energía no la detiene.

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Es actualmente coordinadora de talento humano de una compañía en Barranquilla, esposa y madre de un niño de 6 años. En su vida, llena de innumerables esfuerzos, sus padres siempre la alentaron a trabajar y a superarse para que su enfermedad no fuera nunca un impedimento para su futuro y pudiera conseguir lo que se propusiera.

Sus hobbies son el baile, la fotografía y el diseño gráfico, área a la que se dedica empíricamente.

'Apenas nací mi mamá me conoció con un yeso. Me fracturo con facilidad y no tuve una infancia común. No pude jugar con patines ni montar en bici; tampoco supe lo que era jugar en un recreo. Pero, dentro de mi normalidad tuve una niñez feliz porque mi mamá siempre trató de facilitarme la vida. Tuve muchas barbies, ‘chocoritos’ y juegos de mesa', relató Sanjuanelo.

Su faena comienza a partir de las 5:00 a.m. hora en la que se levanta para alistar a su pequeño hijo para llevarlo al colegio con la ayuda de su esposo. A las 6:20 parte de su residencia ubicada en Altos del Manantial en el municipio de Soledad rumbo a su trabajo en el que sus principales funciones son realizar entrevistas, contratos, afiliaciones, así como brindar un soporte integral a los empleados, dar respuesta a sus consultas y reclamos, además de suministrarles la información requerida.

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'Dependo en un 80% de la silla de ruedas desde que tenía 12 años. Antes de eso usaba caminador pero me fracturé y cada vez era más complicado para mis padres cargarme. Aunque al principio no quería usarla por estigma, me enamore de ella porque empecé a ser autosuficiente. Empecé a sentirme más incluida, podía salir a fiestas con mis amigos y mis papas me permitían hacer vida social siempre y cuando cuidara mis piernas', contó la joven.

Contra todo pronóstico se graduó de economista en la Universidad del Atlántico. 'Cuando egresé como bachiller, mis padres en ese entonces no tenían los recursos económicos para que yo pudiera estudiar una carrera, y me inscribieron en una corporación para asistir a clases una vez por semana pero no me gustó mucho la metodología y terminé abandonando. Fue gracias a un amigo quien me empujó a aplicar en la Universidad del Atlántico y consiguió que yo pudiera matricularme gratis', narró.

Recuerda que para ese entonces vivía en Soledad 2000 y su mamá la acompañaba todos los días a sus clases. 'Era un desafío poder porque no había una ruta de transporte público que me movilizará de mi casa a la universidad y viceversa. La universidad tampoco estaba preparada para la población con discapacidad. Veía muchas clases en un cuarto piso y tanto mis papas como mis compañeros me apoyaban para poder subir al salón de clases', dijo.

Tras graduarse en el 2016, laboró en Transito Departamental durante dos años. 'En el 2019 me volví a fracturar, algo que no había pasado desde mis 12 años. Ese día iba a firmar contrato y tras la fractura estuve en cama por varios meses. Para suplir mis necesidades me puse a vender calzado, ropa y de todo un poco', contó la joven.

Con la llegada de la pandemia en el 2020, una nueva oportunidad laboral para Stephany se hacía cuesta arriba. 'Metía hoja de vida en muchos lados y me llamaban porque cumplía con todas las capacidades profesionales pero al notar mi discapacidad el proceso se volvía nada'.

Fue a finales de ese año que consiguió empleo como asistente administrativo en su actual lugar de trabajo, y pese a que a comienzos del 2021 sufrió otra fractura, que la mantuvo incapacitada por 6 meses, a su regreso fue ascendida como coordinadora de talento humano.

Como mujer asegura que su mayor reto en el ámbito laboral y personal ha sido ser vista como una persona independiente, autónoma, y que la hagan valer por lo que es y no por lo que parece. 'Soy más allá de lo que se puede ver a simple vista y, a pesar de que soy muy capaz, me siento en desventaja. Solo hasta que me conocen a fondo es que valoran mis capacidades. Por eso mi mayor reto es mostrarle al mundo que puedo lograr lo que me proponga por mis habilidades y no por mi discapacidad. Mujeres, luchen por lo que quieran aun cuando el mundo les diga que no son capaces', agregó Sanjuanelo.