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En 2016 los reyes Marcela García y Lisandro Polo le entregaron la Medalla del Carnaval durante el homenaje que le realizaron en el Festival de Orquestas. Josefina Villarreal
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El lado colombiano de Johnny Ventura

Compositores, investigadores culturales y músicos cercanos al fallecido artista dominicano hablan de su conexión sonora con nuestro país.

El ícono de la música latina, el recién fallecido Johnny Ventura, estableció un  vínculo muy estrecho con Colombia.

Este dominicano reconocido como El Caballo Mayor, acrecentó su popularidad al versionar varias canciones que escuchaba en sus constantes actuaciones en el Carnaval de Barranquilla, temas que incluía en su repertorio para concursar en el Festival de Orquestas, certamen en el que alcanzó cuatro Congos de Oro.

Tras palpar la positiva respuesta del público, posteriormente se animaba a grabarlas.

Con su portentosa voz internacionalizó temas como Patacón Pisao’, del chocoano Ramón Chaverra; Matilde Lina, del guajiro Leandro Díaz, o La hamaca grande, del bolivarense Adolfo Pacheco, solo por mencionar tres de nuestras joyas.

Uno de los artistas costeños a los que más canciones le grabó fue al atlanticense Gabriel ‘Rumba’ Romero.

En diálogo con EL HERALDO desde Miami, EE. UU., El Cumbiambero Mayor entregó detalles de sus lazos de amistad.

El artista oriundo de Sabanagrande, Atlántico, contó que le entregó tres temas: El hombre enamorao’, Allá se quedó y Mi sueño amado. “El primer tema fue El hombre enamorao’ (1986), esa canción la hizo con mucho gusto y garbo, como solo él podía hacerlo. Luego en 2003 me encontré con él en Miami, le hablé de un tema que se llama Allá se quedó, le gustó y a los dos días ya estaba poniéndole su voz en estudio, y cuando estaba lista la escuchó el cubano Willy Chirino, y nos pidió que lo dejáramos participar. Le concedimos ese deseo y la hicieron a dúo”.

El cantautor de 77 años sostiene que ese tema les trajo suerte a ambos artistas, debido a que en 2004 el dominicano ganó el Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum de Merengue con la producción Sin desperdicio, que incluye Allá se quedó. Ese mismo año Willy Chirino obtuvo el Grammy anglosajón en la división Mejor Álbum de Salsa-Merengue con Son del alma, disco que incluyó su tema como un bonus track.

“Fui su amigo entrañable, cuando iba a Santo Domingo era obligatorio vernos, y él hacía lo propio cuando venía a Miami. Nuestra última conversación fue el 22 de mayo, fecha de Santa Rita de Casia, mi patrona. Me contó que su madre también fue fiel seguidora de esta virgen. Estaba muy optimista, el año pasado había superado el coronavirus y tenía ganas de retornar a los escenarios, me dijo que extrañaba mucho el calor de su público, especialmente el de Colombia”.

Su conexión con el vallenato

Si hubo un género colombiano que le fascinó al centroamericano, ese fue el vallenato. Su primer contacto con este folclor lo tuvo en 1971, cuando decide hacer la versión merenguera de La hamaca grande.

En el listado siguieron temas como Matilde Lina, que incluyó en 1975 en la producción En acción; La Competencia, de Sergio Moya Molina, que grabó en su álbum Flying High, publicado en 1983. 

El investigador cultural Celso Guerra Gutiérrez destacó otros clásicos colombianos como La piragua, del maestro José Barros y Las Tapas del sabanero Ivo Otero. “Sobre este  canto, Lisandro Meza argumenta que esta canción es de su autoría, debido a que Otero, que era empleado de Sayco, le pidió el favor que le regalara una de sus canciones para que mejoraran sus ingresos económicos por concepto de regalías por ejecución pública. Meza, hombre del alma buena, le regaló a Ivo ese ‘palo’ que Ventura ayudó a internacionalizar”, explicó Guerra.

Como dato anecdótico en entrevista concedida a este medio en 2015 para el homenaje que recibió en los Premios Luna, Ventura detalló que Leandro Díaz lo visitó en 1971 en El Hotel El Prado para presentarle varias canciones. 

“Almorzó con nosotros Rafael Ithier, director de El Gran Combo de Puerto Rico, y el maestro nos entregó un casete a cada uno. Pasaron cuatro años y ninguno de los dos había escuchado los números (canciones), por coincidencias de la vida, cada uno lo grabamos y lo lanzamos el mismo año”, explicó Ventura sobre la extraña coincidencia que llevó a sonar Matilde Lina en ritmo de salsa en el álbum 7, y también en merengue en la producción En acción, ambas prensadas bajo el sello Combo Records.

Por su parte el compositor Camilo Namén Rapalino, oriundo de Chimichagua, Cesar, contó que lo conoció en el Club Campestre de Barranquilla en 1981. 

En esa ocasión le propuso una de sus letras para grabarla, se trataba de Encuentro con el diablo, tema que para no causarle una mala impresión a esta figura, se la presentó como El sueño. 

“Le gustó la propuesta y me dijo que la grabaría de inmediato, no faltó a su palabra y ese tema se hizo muy bailable. Antes de eso la gente solo lo cantaba, pero con la versión de Johnny llegó a las discotecas. Fue tanto el cariño que le tomó que el LP en el que lo incluyó decidió titularlo El sueño. Ese es uno de los tributos más bonitos que me han hecho”, contó Namén.

Los Hermanos Zuleta en 1977 le habían grabado esta canciónpopularizándola a lo largo y ancho de nuestra geografía nacional, pero Namén reconoce que quedó impactado con los arreglos tan modernos que Ventura le hizo, al punto que se sentía pleno cuando veía a las personas bailar ambas versiones con la misma alegría.

El maestro cesarense de 77 años, recuerda que durante una de las presentaciones del quisqueyano en el Festival de Orquestas, llevó una nutrida barra para apoyarlo y agradecerle la excelente versión que hizo de su tema. “Era muy humilde, me dijo que quien vivía agradecido era él y casi se le salen las lágrimas porque el público lo bailó y cantó todo”.

Pionero de los ‘shows’ merengueros

Algo que ponderó el pianista barranquillero Álvaro Cabarcas, ‘Pelusa’, quien fue cercano a esta figura, es que tenía un código de la amistad muy bonito. Lo recordó como un apasionado por su cultura y como uno de los primeros merengueros en realizar shows en vivo en Barranquilla. “Su primera visita data de mediados de los 60, antes de él solo estuvo Ángel Viloria con su cantante Camboy Estevez con temas como A lo oscuro.  El debut de Johnny en Carnaval fue en la caseta La Piragua y alternó con El Gran Combo, robándose todos los aplausos”.

El percusionista boricua Johnny ‘el Bravo’ López, que fue su representante entre 1980 y 1990, contó que algo que también unió a su tocayo con Colombia fueron algunos éxitos salseros como: Triángulo, Dilema y Trampolín. 

“En esa década fortalecimos nuestra amistad y comenzamos a realizar un intercambio musical entre salsa y merengue. Le di la idea para los arreglos del éxito ¿Pitaste?, compartíamos muchos conceptos y eso hizo que todo fluyera, grabó boogalo, salsa, y temas que sonaron por Colombia”.

El pueblo dominicano le brindó una despedida a lo grande
Tomada de Twitter

Los restos de la leyenda Johnny Ventura fueron expuestos este sábado en el Palacio de los Deportes de Santo Domingo, donde sus seguidores tuvieron la oportunidad de despedir a su gran referente musical.

El Caballo Mayor fue motivo de una serie de homenajes de los que participaron varios de sus colegas, amigos y familiares.

El merenguero Sergio Vargas fue uno de los que no faltó a la cita, y en medio de la tristeza que lo embargaba le dedicó unas sentidas palabras. “Acaba de morir una especie de padre en nuestra patria, un creador, motivador y un facilitador al que le toca marcharse en cuerpo. Hay que recuperar la alegría, porque eso fue lo que siempre nos transmitió. Vamos a defender su legado ¡Vuela alto Johnny!”, expresó el intérprete de ‘La ventanita’.

Su hijo Jandy Ventura subió a la tarima instalada en el escenario deportivo para cantar un popurrí con sus canciones más exitosas. “Nadie está preparado para este momento, mi mamá desde pequeño me pidió que fuera fuerte y que cuando mi papá partiera yo debía tomar las riendas de la familia, pero aún no estoy preparado. Había llorado mucho, pero él me habló hoy y me pidió que no lo hiciera, por eso estoy aquí”.

Posteriormente, una caravana recorrió las calles de Santo Domingo, y en medio de cantos y muestras de cariño, su pueblo le agradeció por haber sido un embajador de la cultura dominicana.

El sepelio se cumplió en el cementerio Cristo Redentor.

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