El Heraldo
Familia

Paternidad afectiva, compromiso de crianza para una mejor sociedad

Cuatro hombres del Caribe comparten cómo asumen en sus familias el rol de padres alejados de viejos conceptos machistas.

Minimizar los sentimientos de un niño al convencerlo de que “no debe llorar” es solo una de las pruebas de que el machismo se alimenta desde temprana edad. El concepto de los padres desapegados fraternalmente que construyen barreras ante el cariño de sus hijos, solo por no verse “sensibles”,  empieza a transformarse.

Históricamente el término patriarcado se ha relacionado con la figura masculina que porta la autoridad como el jefe de familia, dueño de los bienes y del patrimonio, del que formaban parte los hijos y la esposa. Una corriente que por estos días se pone en cuestión desde varios aspectos.

De manera vivencial sobre el tema de la deconstrucción de las masculinidades hablaron cuatro hombres de la Costa colombiana en el primer foro de ‘Masculinidades tejedoras de nuevas realidades: desmitificando el patriarcado’. En este espacio se conectaron para debatir sobre los estereotipos que arropan al patriarcado desde estructuras de poder, sociales, económicas y políticas.

Derecho a quebrantarse

Tender ropa, limpiar la cocina o atender a los niños son solo algunas de las tareas de cuidado que hacen parte de la corresponsabilidad parental. Esto y más lo entendió Guillermo Baquero desde el primer contacto que tuvo con su pequeña recién salida de las entrañas de su progenitora. Ha sido un verdadero proceso para él vivir la paternidad compartida, pero la ha asumido como el mejor de los aprendizajes.

“Hay un contraste entre los estereotipos y formas de cómo se desarrolla la dinámica del patriarcado, la imagen del hombre ‘macho alfa’ masculino colombiano, y en particular el guajiro, en contraste con los elementos de equidad de género”, dice.

Marco Turbay.

Según cuenta Baquero, hay una política pública más profunda en cuanto a la paternidad compartida en Estocolmo, Suecia, país en el que reside hace muchos años, que concede una licencia de 480 días por cada recién nacido. A propósito de esto, se refiere al tema de que en Colombia recientemente se aprobó el proyecto de ley de licencia parental compartida en el que los padres podrían tener hasta cinco semanas remuneradas.

El guajiro enfatiza que sus referentes son sus familiares. Gracias al tipo de garantías que ha tenido lejos de su terruño para nutrir el vínculo entre él y sus dos pequeñas, ha podido explorar con tranquilidad otras formas de relacionamiento.

El principal a tumbar es que el hombre “debe ser” el que brinda seguridad y la fuerza a la familia. Para él eso es “falso”.

“Yo puedo quebrarme, yo puedo ser vulnerable, demostrarme sensible, o ser un sujeto más cercano a mis hijas mientras me muestro como un ser imperfecto”, resalta el ingeniero ambiental.

De frente al patriarcado

La creencia en términos de crianza de que el hombre es la figura dominante a la cual se le debe obedecer, aunque se equivoque, es uno de los mitos que ha trascendido en la historia. Que la madre se encargue de la educación de los hijos y que el padre solamente aporte económicamente al sustento del hogar también se suma a esta lista.

“Que los hombres no lloramos y que no debemos vincularnos con los hijos y que en primera instancia tienen que hacer que se comporten. Frenar cualquier intento de caricia o vinculación afectiva con los hijos son otras creencias”. Así lo expresa Marco Turbay, un papá “consentidor”, como él mismo se autocalifica.

Puntualiza que las mismas estructuras sociales no permiten que los hombres asuman tareas de cuidado. Por el contrario, considera que sí son corresponsables de la educación. El psicólogo, educador y escritor reconoce que siempre ha existido la figura del papá que domina, y que para dominar se justifica detrás del hecho de que el mundo externo así está configurado.

Según Turbay, “la lógica que ataca a las mujeres es propia de esa degradación espiritual y mental que niega que hay unas formas distintas de relacionarse”. A partir de este punto, el psicólogo considera que se da paso a que se comience a normalizar la violencia.

Tejedores de nuevas realidades

Las estructuras sociales reproducidas culturalmente y el rompimiento de algunos paradigmas trae nuevos aires al sistema. Fabrina Acosta, CEO de Evas & Adanes, y organizadora del foro, manifiesta que este abordaje debe darse en las familias de mujeres a hombres y viceversa.

“No hay una persona que no haya sido víctima del machismo y la violencia que este implica. Hombres desde la danza, la literatura, la ‘mapaternidad’ y el emprendimiento social me cuentan sus experiencias. Se debe dejar de ver a los hombres no solo como los proveedores, sino como una parte que se involucra”.

Acosta agrega que al ser todos producto de los imaginarios sociales, “es urgente transformarnos”, sobre todo porque aún la realidad es muy cruda, al estar frente a un escenario “machista, discriminatorio y racista”. No obstante, aclara que hablar de las nuevas masculinidades no es romantizarlo, es mas bien dar a conocer que hay una mínima esperanza de que hay hombres que están entendiendo y asumiendo una paternidad afectiva, creando un compromiso de crianza con sus hijos.

“Fuerza” a través del arte

Arquitecto y poeta, hijo de una madre luchadora y un padre soñador. Nieto de escritores, periodistas y alquimistas de la vida. Sobrino de músicos, pintores, artistas y algunas que otras profesiones. Alumno de grandes maestros, de esos que te enseñan que la vida es más de práctica y no de tanta teoría. Este es Freddy López, otro de los invitados que asistió al foro, la viva muestra de que los hombres en el arte también representan otra faceta.

López se refiere al tema de las nuevas masculinidades desde un análisis a su tierra natal. “En La Guajira el machismo es algo que se lleva muy presente desde los asentamientos de la cultura wayuu. Trataban a las mujeres como mercancías, y todavía se ve. El hombre es aguerrido, machista”, describe.

Víctor Deluque.
Guillermo Baquero.

De manera más global, destaca que los hombres con pequeñas acciones pueden tejer nuevas realidades para aportar a la transformación. Que el hombre “mande” en la casa y desplace la opinión de la mujer, o que por el hecho de servir como sostén económico se otorgue autoridad “está mal”. Para él, las nuevas masculinidades tienen la tarea de rescatar lo bueno que se puede sustraer de las cosas buenas de las épocas costumbristas y transformar las malas, demostrar que no son ciertas.

“Es cambiar el entorno social en el cual se están desarrollando las nuevas generaciones. Se está desarrollando un nuevo contexto social en el cual hombres y mujeres tienen acceso a lo mismo, a las mismas responsabilidades”, anota López.

Desde los valores

Las dinámicas han cambiado tanto que nos han llevado a evolucionar la forma como nos entendemos y la interacción que hay entre nosotros como individuos. Víctor Deluque considera que entender esto es la base para que los niños crezcan siendo tolerantes y respetuosos.

Desde sus propias vivencias, dice que no es costumbre que los hombres entren a la cocina, y él es amante de preparar recetas con su hijo.

“Hay tanto por hacer y tantas brechas. La transformación nos convoca a todos y nos llevará a esos escenarios de reducción de inequidad”.

Su mensaje, en últimas, es vivir en amor, siempre enfocado en hacer el bien sin etiquetas, limitaciones, construyendo sociedad.

Freddy López.
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