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El Editorial | Repensar el Carnaval

Es tiempo de evaluar, con sentido crítico, lo que hoy significa y representa el Carnaval. La pandemia, quién lo iba a imaginar, nos brinda la posibilidad de abrir espacios de diálogo sobre su valor patrimonial.

Se abrió el debate sobre realizar o no el Carnaval de Barranquilla 2021, previsto entre el 13 y el 16 de febrero. La pandemia del coronavirus sigue sin dar tregua y resultaría descabellado, por decir lo menos, convocar a una celebración presencial tal y como la conocemos con sus multitudinarios desfiles y actividades que reúnen a decenas de miles de personas en distintos sectores de la ciudad, a lo largo de sus cuatro jornadas, e incluso antes durante los eventos previos.

Sin vacuna para garantizar inmunidad frente al virus presente entre nosotros de modo permanente e indefinido, aglomeraciones de esa magnitud son un riesgo que no se puede correr de ninguna manera. Enorme ha sido el precio que Barranquilla y el Atlántico han pagado por cuenta de la Covid-19, que podría registrar, en concepto de las autoridades de salud, un segundo brote entre la tercera semana de octubre y la primera semana de noviembre si los ciudadanos no acatan las medidas de autocuidado.

Actuar con coherencia asumiendo el escenario actual de la pandemia es lo que corresponde a quienes toman las decisiones. Considerando la virtualidad como una opción viable, la secretaria de Cultura Distrital, María Teresa Fernández, dio los primeros pasos en el camino correcto al reconocer que “lo más importante es preservar la vida y la salud de los barranquilleros” y que, por tanto, en febrero de 2021 “no se contemplan actividades y eventos que signifiquen un riesgo para el bienestar de todos”.

En esa misma línea, Carla Celia, directora de Carnaval de Barranquilla, anticipó que trabajan con los hacedores de la fiesta para “ajustar la celebración a la nueva realidad” y convertir esta coyuntura en una oportunidad para “llevar el Carnaval con sus raíces al mundo entero a través de la virtualidad”.

Darle un nuevo aire al Carnaval en medio de la pandemia es todo un reto. Explorar alternativas para fortalecer su carácter como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad puede resultar un ejercicio muy productivo e inclusivo para los actores de la festividad, representantes de la academia, sectores sociales y culturales, así como para los ciudadanos en general. Repensar nuestra celebración más importante, símbolo de la esencia Caribe, nos interpela a abrir espacios de diálogo para volver al origen, a lo tradicional de estas manifestaciones, saberes y expresiones populares que revalidan nuestra identidad.

Es tiempo de evaluar, con sentido crítico, lo que hoy significa y representa el Carnaval. La pandemia, quién lo iba a imaginar, nos brinda esta posibilidad, ahora que se da como un hecho la suspensión de los desfiles masivos por la Vía 40, la calle 17 o la carrera 44, entre otros. Realizar actos académicos o pedagógicos virtuales, eventos semipresenciales con aforos reducidos, exposiciones o presentaciones en un formato menor y encuentros en espacios al aire libre, como el Gran Malecón, son opciones que vale la pena discutir.

Conscientes de la dimensión de la crisis, que ha quebrantado su salud o la de sus seres queridos, además de sus finanzas, los hacedores del Carnaval asumen que no habrá desfiles. Ofrecerles medios para contribuir a su sostenimiento económico es prioritario, y la Secretaría de Cultura busca “acciones de apoyo” para jalonar su reactivación.

Más de 400 mil millones de pesos ‘movió’ la economía alrededor del Carnaval en este 2020. Su suspensión o reinvención representará un duro golpe para las finanzas de ciudadanos dedicados al rebusque, de quienes integran la extensa cadena de valor festiva, así como para el Distrito; pero privilegiar la salud es esencial.

Barranquilla resistió unida el devastador embate del virus, y así debe permanecer para resignificar su Carnaval, que es alegría, optimismo, tradición y cultura, pero también vida, la que todos con responsabilidad individual y colectiva debemos preservar.

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