Quienes hoy, en Barranquilla, el resto del Atlántico y el país, aún pecan por exceso de confianza desafiando al implacable virus con ruidosas celebraciones y excesivas compras navideñas, como si la pandemia fuera cosa del pasado, vale la pena que se detengan por un momento para conocer los recientes hallazgos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la enfermedad respiratoria que ha paralizado la vida de miles de millones de personas en este singular 2020.

Uno, el coronavirus no es solo un malestar de dos semanas con síntomas más o menos graves, sino que sus efectos pueden persistir meses en los organismos. El Covid prolongado que, según los epidemiólogos de la OMS, tiene ya un código en la Clasificación Internacional de Enfermedades, el Síndrome Post Covid, “afecta a muchos sistemas de órganos diferentes”. Establecer protocolos de rehabilitación a largo plazo para estos pacientes es un nuevo desafío de la entidad internacional que trabaja en el diseño de hojas de ruta para su atención.

Dos, el Covid-19 repite. Laboratorios de varios países, confirma la OMS, han podido hacer secuencias de personas contagiadas hace meses que volvieron a infectarse. No se trata de la misma infección, sino de dos diferentes, y aunque parece que el número de reinfecciones globales no es muy elevado, a partir de estas experiencias se están elaborando registros para ayudar a los sistemas sanitarios de las naciones a identificar cada situación.

Evitar un contagio que produzca secuelas continuas o una reinfección está al alcance de cada persona y depende de su autocuidado. Es alarmante comprobar cómo se ha venido bajando la guardia durante el último mes coincidiendo con el inicio de las festividades de Navidad y fin de año, una temporada de encuentros con familia y amigos destinada a celebrar y compartir. Sin embargo, la pandemia que ha impuesto nuevas reglas de distanciamiento físico y social está haciendo pagar un precio muy alto a quienes aún se resisten a cambiar sus hábitos y comportamientos. Los nuevos casos no paran de crecer en el mundo y las muertes semanales aumentaron alrededor del 60% en Europa y América.

Barranquilla no es la excepción. En los primeros 12 días de diciembre, la ciudad sumó 2.915 nuevos contagios, los casos activos pasaron de 872 a 1.267, en seis semanas, y la ocupación de camas de UCI confirmadas o sospechosas por Covid-19 es hoy de 15%, mientras en la última semana de octubre era menor al 4%. La tasa de positividad que en junio alcanzó el 45%, en el pico de la pandemia, y llegó a estar en el 6,1% en la primera semana de noviembre, se ubica actualmente en el 11%. Es momento de tomar todas las precauciones para evitar que el virus vuelva a ensañarse con la población de mayor riesgo de la ciudad y el departamento, adultos mayores y enfermos crónicos.

El incremento en el número de casos indica que se deben adoptar medidas para hacerle frente al exceso de confianza cada vez más extendido entre sectores de la población que, por distintas razones, dejaron de acatar las normas sanitarias y se creen inmunes al virus. Sin mayores dilaciones, actuando con determinación y de manera consensuada para que ningún territorio se quede fuera, las autoridades sanitarias del Distrito, los municipios y el departamento deberían definir nuevas restricciones a la movilidad e interacción social orientadas a frenar la velocidad del contagio. Que nadie olvide lo vivido en la primera mitad del año cuando resultó durísimo bajar la tasa de reproducción del virus.

Sin las decisiones adecuadas, por más duras que sean, ante las inminentes aglomeraciones y reuniones familiares por Novenas, Navidad y Año Nuevo, la celebración de muchas familias del departamento puede terminar en un duelo. Si a los ciudadanos nos cuesta tomar conciencia de la gravedad del virus, que sigue presente entre nosotros, los gobiernos tienen el mandato de ejercer autoridad evaluando la aplicación de las acciones más eficaces por más impopulares que sean. Corre prisa antes de que empeoren las cosas.