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Volvió el humo a Barranquilla por las quemas en el Parque Isla de Salamanca. Irrespirable se ha tornado el aire para miles de habitantes de distintos sectores de la ciudad que, por estos días, se declaran ya no agobiados, sino hartos de los reiterados incendios que cada cierto tiempo se registran en esta área protegida del vecino departamento del Magdalena.
Parques Nacionales dice que la conflagración se ubica en el sector La Lama – El Pelúo, “una zona con difíciles condiciones de acceso para el personal” de brigadistas, guardaparques y bomberos que intentan, con el apoyo de la Fuerza Aérea, controlar las llamas extendidas desde el pasado viernes. Son más de 40 personas dedicadas a remover, tramo a tramo, la capa vegetal del suelo en un esfuerzo por liquidar totalmente los puntos activos que producen las fumarolas, esas enormes columnas de humo que el viento desplaza a Barranquilla afectando la calidad del aire de la ciudad.
Como en otras ocasiones, las labores de atención del incendio resultan muy dispendiosas y las más de 40 personas que las apoyan avanzan en una carrera contrarreloj para apagarlo lo antes posible y minimizar los enormes e irreparables daños que el fuego causa a los recursos naturales de fauna y flora del parque. ¿Las causas? Las de siempre, las hipótesis giran en torno a la presencia de pescadores y cazadores en el sector; eso tampoco varía, pero el informe final solo se conocerá cuando concluya la investigación en curso. La prioridad, sin duda, es liquidar las llamas.
Mientras los bomberos voluntarios de Sitionuevo, verdaderos héroes en estas lides se dejan la piel tratando de salvar boas, icoteas y babillas, en Barranquilla los ciudadanos cierran puertas y ventanas y prefieren enclaustrarse en sus casas y apartamentos huyéndole a la contaminación provocada por el humo en plena crisis de salud pública por el coronavirus.
Esta es una ‘película’ reiterativa, cuyo libreto es bien conocido. Sus protagonistas solo varían dependiendo de quién esté al frente de la Alcaldía de Barranquilla, la Gobernación del Magdalena y el Ministerio de Ambiente, en representación del Gobierno nacional. Las decisiones dependen de ellos, los demás son personajes secundarios. Es hora de cambiar de guión y de pasar a la acción: alguien tiene que tomar el control porque este es un asunto de salud pública que se agrava. Resulta insensato que en medio de una pandemia por una infección respiratoria la gente termine afectada por la inhalación de humo de un incendio provocado a kilómetros de su lugar de residencia. ¡Es de no creer!
El alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, anuncia que presentará este miércoles al Minambiente una estrategia para hacerle frente al tema, asumiéndolo como uno de sus dolientes. El proyecto plantea comprar drones para vigilar el parque y detectar a tiempo la ocurrencia de incendios a través de imágenes térmicas o mapas de calor. Además, con el apoyo de la Gobernación del Atlántico, el Distrito apuesta por la adquisición de dos lanchas para el traslado de bomberos con equipos especializados que puedan adelantar las labores de extinción del fuego desde el río.
También se contempla conseguir avionetas capaces de acuatizar para recoger agua, cuya operación y mantenimiento resultan más económicos que los del helicóptero de la Fuerza Aérea al que se le habilita el sistema de bambi bucket, la canasta que transporta agua, y que requiere para su funcionamiento la aprobación de autoridades en Bogotá. Cuando se trata de afrontar una emergencia de este tipo no se puede perder ni un minuto. Y muy importante por su impacto social, la propuesta incluye una serie de intervenciones con las comunidades vulnerables de la zona para ofrecerles alternativas socioeconómicas que les permitan obtener nuevos ingresos y mejorar sus condiciones de vida.
Barranquilla dice estar dispuesta a meterse la mano al bolsillo para aportar a la solución de este cuento de nunca acabar para sus habitantes. Incluso, a recibir el manejo del Parque Isla Salamanca si hace falta. Quedarse de brazos cruzados mientras el cielo está despejado y salir a lamentar lo que ocurre cuando el humo aparece no puede ser el resumen de esta historia tan cacareada. Resolver este complejo problema social, ambiental, en el que son recurrentes prácticas por fuera de la ley, demanda acciones contundentes, pero sobre todo conjuntas. Nada más cierto que la unión hace la fuerza.