Los últimos datos del Dane sobre el mercado laboral, difundidos el lunes pasado, pusieron una vez más en el centro del debate la situación del desempleo en el país, que no ha parado de crecer en los últimos dos años.

Según el instituto estadístico, la tasa de desempleo en Colombia fue en agosto pasado del 10,8%, frente al 9,2% en el mismo mes del año anterior, lo que supone un incremento de 1,6 puntos porcentuales.

Este crecimiento sostenido del desempleo no ha pasado inadvertido a la ciudadanía: las últimas encuestas lo encumbran como el principal motivo de preocupación del país, por encima incluso de la inseguridad.

Lo curioso es que Barranquilla (incluyendo su área metropolitana) parece ir en contra de esa tendencia nacional. Siempre según el Dane, la tasa de desempleo disminuyó 0,8 puntos porcentuales y se situó en el 7,6%, la segunda más baja del país.

Se trata de un dato positivo, que sumado a otros factores reflejan un cierto dinamismo del mercado laboral. Uno de esos factores es el crecimiento –ligero, todo hay que decirlo– que experimentó en el último año la población activa, que agrupa tanto a los que ya tienen empleo como a quienes lo están buscando de manera decidida. El aumento de la población activa suele ser sintomático de un mercado laboral animado, que estimula a las personas a salir de su casa a buscar un trabajo.

Ahora bien, para hacer un balance objetivo de la salud laboral de Barranquilla hay que tener también en cuenta la otra cara de la moneda.

Así como subió la población activa, también aumentó tenuemente la inactiva, es decir, la que no manifiesta voluntad de buscar trabajo remunerado. Este grupo incluye mayoritariamente a las amas de casa y estudiantes universitarios. Cuando aumenta la población en edad de trabajar, como sucedió en el último año, el hecho de que crezcan casi por igual tanto el grupo de activos como el de inactivos muestra un comportamiento ambivalente del mercado laboral que merece un análisis detenido.

Pero el mayor problema no es la tasa de inactividad, sino la informalidad, que en Barranquilla alcanza el 53,6%, unos 10 puntos por encima de la media nacional. Gracias a un sistema de medición muy laxo en la consideración de qué es empleo, en Colombia se etiquetan como ocupadas incluso personas con trabajos extremadamente precarios y volátiles, y ello ‘premia’ en el cálculo de desempleo a ciudades con alta informalidad.

En suma: datos positivos en desempleo para Barranquilla, pero queda mucho por hacer para que que tengamos un mercado laboral verdaderamente sano.

Pese a señales interesantes de dinamismo, queda mucho trecho por recorrer para que tengamos un mercado laboral verdaderamente sano.