Comenzaron oficialmente las cuatro fiestas con la celebración del Día de las Velitas. Son fechas que llenan de luz, de alegría, los barrios de Barranquilla y de municipios del Atlántico. Es también un tiempo propicio para el reencuentro entre las familias y los amigos que, año tras año, nos recuerda que si no somos capaces de prevenir sus riesgos, la felicidad de estar juntos puede acabar en tragedias con efectos que, en ocasiones, son para el resto de la vida.
Así que conviene tomarse en serio la Navidad y el Fin de Año. No deja de ser paradójico que muchas muertes y lesiones durante esta época sean plenamente evitables. Como es usual, autoridades de Barranquilla, su área metropolitana y los municipios del resto del Atlántico activaron planes especiales para minimizar emergencias y garantizar la protección, sobre todo, de los menores. Estos son, en gran medida, los mayores afectados por los excesos de los adultos.
El primer factor de riesgo es la pólvora. Aunque su uso, fabricación y comercialización están prohibidos por ley, cada diciembre persisten prácticas temerarias que ponen en peligro a quienes se arriesgan a quemarla y a quienes están a su alrededor. Por no hablar de la tortura que supone para mascotas y animales en general. Al margen de las restricciones decretadas en Barranquilla y municipios como Soledad, Malambo, Galapa, Baranoa y Polonuevo, por regla de vida la pólvora no se debe tocar y tiene que estar reservada para los profesionales.
Ninguna tradición justifica perder una mano, la vista o algo peor. Entre el 1 de diciembre de 2024 y el 11 de enero de 2025, el Instituto Nacional de Salud reportó que en Barranquilla aumentaron los lesionados, de 26 a 34, un alza del 30.8 %, contrario a la baja nacional del 0.9 %. Es indispensable que el Distrito refuerce los controles, campañas pedagógicas y recompensas por $2 millones, para identificar puntos ilegales de venta. Es muy diciente que en cuestión de días, la Policía se incautara de una tonelada de estos artefactos pirotécnicos.
Pero las amenazas no terminan ahí. El consumo de licor adulterado es otro peligro latente, a tal punto que ya van más de 20 mil botellas incautadas con trago que simula el original. No en vano las autoridades insisten en que el licor se compre solo en sitios autorizados, se verifiquen sellos, sus registros sanitarios y, algo de sentido común, se desconfíe de precios sospechosamente bajos. Cada intoxicación tiene efectos devastadores por sus irreversibles secuelas. ¿O es que nadie recuerda a los 15 fallecidos en El Boliche hace apenas tres meses?
A todo esto se suma la siniestralidad vial, que cada vez cobra más vidas, sobre todo de gente joven, en Barranquilla y municipios. De nada sirve que las unidades de tránsito intensifiquen sus controles en cada esquina para prevenir exceso de velocidad, maniobras riesgosas o conducción bajo efectos del alcohol, si los mismos conductores no actúan con inteligencia vial, planean desplazamientos, revisan el estado de vehículos y, lo más importante, evitan mezclar licor y volante. Ninguna muerte en la vía es aceptable, pero aún no lo entendemos.
El ‘Plan Navidad’, en sus distintos componentes, dispuso miles de policías para vigilar eventos masivos, centros comerciales, playas, corredores viales, zonas urbanas y rurales. Habilitó un Escuadrón Antipólvora, fortaleció estrategias contra el hurto y activó rutas de protección a mujeres, niños y adolescentes contra los hechos de violencia intrafamiliar. Es un operativo que busca garantizar fiestas seguras, tranquilas y sin emergencias prevenibles.
Pero seamos claros: esos planes institucionales solo funcionan si cada ciudadano asume su cuota de responsabilidad. La prevención empieza en casa: no comprar pólvora, cuidar a niños, niñas y adolescentes, no consumir bebidas de origen desconocido, ser tolerantes y evitar conductas imprudentes en las vías. La seguridad no es una obligación exclusiva de las autoridades; es un compromiso colectivo. La magia de la Navidad consiste en compartir, no en lamentar. En consecuencia, este debe ser un tiempo para estar en paz, en familia, sin incurrir en excesos que nos expongan. Que diciembre sea sinónimo de unión, no de dolor.







