El artista puertorriqueño Benito Antonio Martínez Ocasio, mejor conocido como Bad Bunny, vuelve a poner a la música latina en lo más alto del escenario global. Acaba de obtener seis nominaciones al Grammy anglo y de paso ha conquistado cinco Latin Grammy, incluido el codiciado Álbum del Año por Debí tirar más fotos. Estas no son solo cifras de éxito, también dan cuenta del reconocimiento de una obra que, lejos de hablar de complacencias, se torna incómoda, provoca y levanta preguntas urgentes sobre la identidad, el territorio y la dignidad de los pueblos latinoamericanos.

Un ejemplo de ello es el tema Lo que le pasó a Hawái, que muestra la posición del cantante sobre el estatus de Puerto Rico como territorio no incorporado de EE. UU.

En la canción también habla sobre el éxodo masivo de jóvenes que se han ido de la isla escapando de una profunda crisis económica y política. “No quería irse pa’ Orlando, pero el corrupto lo echó. Y no sabe hasta cuándo”, suelta en un verso.

Para el periodista cultural Hermes Ayala, quien también es rapero y ha colaborado en proyectos con Bad Bunny, el álbum es profundamente político. “Es música que se arraiga en la realidad de nuestro pueblo. Puerto Rico, por su condición de colonia, ha tenido que mantener a flote su identidad a través de la cultura y el deporte”, señala Ayala en entrevista con BBC Mundo.

“Bad Bunny hace una fuerte declaración a favor de la independencia sobre la anexión de Puerto Rico como estado de EE. UU. y advierte sobre cuál podría ser el futuro de un Puerto Rico que ya no pertenece a los puertorriqueños”, agrega Ayala.

Paradójicamente, mientras la Academia de la Grabación estadounidense lo celebra, en Estados Unidos ya se han recogido más de 100.000 firmas para impedir que se presente en el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl, donde fue anunciado el mes pasado con toda la parafernalia como el protagonista de uno de los eventos deportivos más importantes del planeta.

Esta campaña liderada desde Texas, Estados Unidos, parece una respuesta crítica ante un artista que ha decidido no suavizar su mensaje para agradar al mercado anglo. Los firmantes sostienen que sus declaraciones consideradas “antiyanqui” y sus denuncias sobre la gentrificación —tema central de su álbum nominado por la propia Academia— lo descalifican para un evento de alcance mundial. Pero lo que realmente parece incomodarles es que Bad Bunny hable con la franqueza propia de alguien que no renunció a su isla cuando la fama tocó a la puerta.

Cabe anotar que además de su exploración musical, el álbum incluye letras que critican la gentrificación, ese proceso de renovación urbana que desplaza a los habitantes más pobres de una zona para dar paso a personas de mayor poder adquisitivo. También lamenta la pérdida de las tradiciones de los abuelos, mostrando el lado más reflexivo del boricua que con esta producción demuestra que el reguetón también es un género que cuando se hace a profundidad logra plantar grandes posiciones.

Estados Unidos es un país que suele mostrarse como defensor de la libertad de expresión; sin embargo, ahora resulta irónico que un artista es presionado por ejercerla. Más aún cuando las críticas se han alimentado también desde el ámbito político, con declaraciones de Donald Trump que buscan pintarlo como un símbolo de todo lo que “no debería estar” en la cultura estadounidense. Es un intento de encasillarlo en la caricatura del extranjero ingobernable, cuando en realidad se está ante una figura que ha sabido representar, como pocos, la complejidad de ser latino.

Pero nada de esto parece frenar su impacto cultural. A pesar de la polémica, sus canciones siguen escalando listas, batiendo récords y reconfigurando lo que significa ser un artista de talla mundial. La influencia de Bad Bunny no se mide solo en reproducciones, sino en la manera en que su obra reabre debates sobre quiénes tienen derecho a ocupar los grandes escenarios del mundo.

Así que mientras algunos se empeñan en silenciarlo, su música continúa hablando más fuerte. Sus premios, sus nominaciones y su voz representan a millones que ven en él a un latino orgulloso de su casa, de su gente y de su historia. Que se presente o no en el Super Bowl es algo que el tiempo confirmará, pero lo único cierto es que este joven ya se ganó un lugar en la industria musical y también el respaldo de sus fans que desde territorio norteamericano también lo respaldan coreando sus canciones.