El Instituto de Tránsito del Atlántico evalúa aplicar la medida de pico y placa unificado para motocicletas y motocarros en todos los municipios del departamento y en Barranquilla. La decisión trata de dar respuesta a problemáticas derivadas del acelerado crecimiento del uso de estos vehículos, una de ellas el aumento de la siniestralidad vial. Sin embargo, la promesa de valor de una resolución en este sentido podría estrellarse contra la realidad cotidiana de los ciudadanos si no se tienen en cuenta factores socioeconómicos, de equidad e inclusión.
En Barranquilla, por cada mil habitantes circulan 140 automóviles, según estimaciones en mora de ser actualizadas. De lejos, las motocicletas superan esa proporción. Tanto es así que por un carro que se vende en el país se comercializan 34 motos. De manera que, bien sea como un medio de transporte familiar, bien sea como una herramienta de trabajo, estos vehículos se han hecho indispensables para innumerables hogares. También es real que su uso se encuentra asociado a lo que los expertos en movilidad llaman “altísimo costo social” en vidas humanas por el riesgo de circular sin elementos de protección y a toda velocidad.
Indiscutiblemente, las consecuencias negativas de movilizarse en este modo de transporte representan un desafío para las autoridades de tránsito, responsables de regular y controlar la circulación de los actores viales y de garantizar su seguridad. Carlos Granados, director del Instituto de Tránsito del Atlántico, defiende con estadísticas su propuesta de pico y placa unificado para las motos. Dice que estas se ven involucradas en cerca del 60 % de muertes por siniestros viales en el departamento y en el caso de motocarros en el 3 %. Y, en líneas generales, sus usuarios tienen un riesgo 18 veces mayor de fallecer en accidentes de tráfico, si les compara con los de otros vehículos. Datos reales, casi que transversales a todo el país.
Ante un fenómeno tan complejo de tramitar que involucra variables humanas, estado de vehículos, condiciones ambientales y de infraestructura, la bienintencionada iniciativa de Tránsito del Atlántico se entiende como una regulación necesaria para aumentar controles en vías secundarias y, en últimas, en las carreteras del departamento. Era previsible que alcaldes municipales, cada día más preocupados por las fatalidades en sus territorios, en especial de hombres jóvenes en moto, dieran su aval. Pero antes de ser implementada, ya han comenzado las deserciones. La primera es la de Tránsito de Soledad que no se acogerá.
Ahora bien, ¿este pico y placa de seis días a la semana, exceptuando el domingo, entre 4 de la mañana y 10 de la noche, distribuido de acuerdo con el número final de la placa de la motocicleta, será realmente efectivo para reducir la siniestralidad vial, tal cual se anuncia?
Sustentando sus argumentos en evidencia técnica y en los resultados de su implementación en otras ciudades, expertos en movilidad consideran que no es la opción más pertinente. Coinciden en que, al final, esta medida por sí sola no mitiga la congestión vehicular, mejora la movilidad urbana o baja índices de violencia vial. Su propuesta, una cuestión de sentido común, se orienta a incentivar el uso racional de los vehículos, con acciones más apropiadas.
A nadie se le puede prohibir comprar una moto o un carro, el asunto no es por ahí. Tampoco construir o ampliar más vías funciona. Con el paso del tiempo, solo se llenarán de más y más vehículos. Así que lo conveniente sería centrarse en intervenciones estratégicas, como el uso de tecnologías, tipo semaforización inteligente, cámaras de vigilancia y control automático de infracciones para mejorar gestión del tráfico. También en más y mejor transporte público y en seguridad vial, como señalización de puntos críticos, campañas de cultura ciudadana sobre respeto de normas, uso del casco y en evitar maniobras riesgosas.
Garantías de movilidad sostenible con ciclorrutas seguras, más espacios para peatones, planificación urbana y pacificación del tráfico es el camino, no el pico y placa para motos o carros foráneos en Barranquilla. Puede ser una forma de incentivar que se matriculen y tributen en la ciudad, pero al final la congestión no variará si quienes pueden consiguen un segundo vehículo. Repensar la forma en la que nos movemos es lo fundamental, en vez de hacer más complejo el día a día de usuarios de motos y motocarros que deben actuar, eso sí, con mucha más responsabilidad vial para dejar de matarse en las vías, como ahora pasa.