Gustavo Petro sigue batiendo récords. Antirécords. El ‘Gobierno del cambio’, que ha cambiado cuatro veces de ministra de Deporte (una ‘marca’ que será difícil de romper), continúa cambiando para mal el respaldo económico que la actividad muscular de este país recibe del Estado.
En un nuevo e inmenso recorte, el presupuesto deportivo de la nación pasará de 1,36 billones de pesos, que se manejaban en 2024, a solo 310 mil millones en 2026, una reducción cercana al 80 %.
El terrible tijeretazo, que tiene a nuestros deportistas indignados, desilusionados y preocupados, es de más de un billón de pesos.
Si ya era insuficiente para muchos aspectos la cifra con la que se trabajaba en 2024, la máxima a la que se ha llegado en la historia de Colombia en esta cartera, incluyendo la época en que se administraba a través de Coldeportes y no existía el Ministerio, con esta notable disminución es apenas obvio suponer que las estructuras de nuestro deporte quedarán tambaleando.
A Petro no le interesa el ámbito deportivo. No es especulación, no es suposición, no es invento, no es exageración, es la pura y dura realidad. El presidente ha sido completamente distante y desidioso ante estos temas.
Olímpicamente manifestó que el Ministerio del Deporte es “una pérdida de tiempo” durante la posesión de Luz Cristina López, la tercera de las cuatro ministras que ha tenido en el rubro. La primera, María Isabel Urrutia, fue declarada insubsistente por actos de corrupción, mientras la segunda, Astrid Rodríguez, pasó a la historia por contribuir en la pérdida de los Juegos Panamericanos Barranquilla 2027, un vergonzoso revés que evidencia la nula relevancia que se le viene dando a una de las pocas actividades que estrecha manos y nos pone a abrazarnos en esta tierra. Aparte de todo el sentido de pertenencia que genera.
La actual es Patricia Duque, que poco y nada se ha notado en medio de las deudas, quejas y líos que encontró en ese abandonado despacho.
Pero más allá de las palabras, que Petro las suele lanzar sobre cualquier tema con desmesura y ligereza, están los hechos. La cantidad de dinero que el deporte recibirá en 2026 se encuentra más cercana a la que manejaba el extinto Coldeportes en su último año (2023), 460 mil millones de pesos, que a la que se empezó a invertir con la creación del ministerio.
Petro había asegurado en aquella posesión de López que no era enemigo de la tesis que indicaba que no existía ningún beneficio en pasar de Coldeportes a ministerio, a pesar de que esa transición debía significar una mayor relevancia del deporte en la agenda pública y un presupuesto de inversión más alto.
Está claro que en este cuatrenio no habrá trascendencia ni más recursos para el deporte. Por eso los dirigentes, los que no han sido excesivamente diplomáticos ni han asumido una posición cómoda de agache y de no pisarle callos a nadie, y los más perjudicados, los deportistas, han puesto el grito en el cielo y han implorado que Petro sea consciente de que el recorte presupuestal es cortarles las alas a ellos. Es retroceder y apagar muchas ilusiones.
“Señor presidente, cada medalla es el esfuerzo de nuestros atletas. El deporte no es un gasto, es esperanza”, dijo Catalina Usme, jugadora de la selección Colombia femenina que este sábado disputará la final de la Copa América ante Brasil, a través de un video emitido en redes sociales, y en el cual participaron varias de sus compañeras.
“El deporte no es solo alegría, el deporte une, inspira y transforma. Menos presupuesto es menos país”, apuntó Carolina Arias, lateral del mismo combinado. “Señor presidente, no se construye nación sin deporte, no recortemos lo que más nos une”, expresó Linda Caicedo, la principal figura del combinado femenino. “Cuando nuestros atletas brillan, todo un país se levanta, recortar al deporte es apagar ese orgullo”, señaló la arquera cordobesa Katherine Tapia.
Son frases contundentes, que ojalá llamen la atención del presidente y de su cuarta ministra de Deporte, Patricia Duque. Han sido las últimas manifestaciones en medio de la desazón por el recorte presupuestal, pero no las únicas.
El ciclista Rigoberto Urán, la atleta Caterine Ibargüen y el gimnasta Ángel Barajas, todos medallistas olímpicos, levantaron su voz y criticaron esta decisión que atenta contra la formación, desarrollo, preparación y todo el andamiaje de nuestros competidores, que seguramente afrontarán todo tipo de adversidades en los eventos del ciclo olímpico.
Esa es la gran incertidumbre, eso es lo grave, los sueños que se frustran, las ganas que se esfuman, las emociones que se aplazan (quizá para siempre), las oportunidades que se escapan. A ellos, los que madrugan, los que se sacrifican, los que se exponen, los que dejan absolutamente todo y dedican su vida al deporte sí les importa.
Según la Asociación Sindical de Servidores Públicos del Ministerio del Deporte, Asmindep, este golpe a las arcas financieras afectará no solo la preparación de los atletas de alto rendimiento, también los Juegos Intercolegiados, programas de actividad física, escuelas de talentos, incentivos a deportistas y técnicos, Juegos Nacionales y Paranacionales y la inversión recreodeportiva. Inverosímil que un presidente que saca pecho por tener sentido social y humano vea con total desinterés un camino que salva y transforma vidas.