La semana anterior, Barranquilla fue noticia a nivel mundial por la exitosa realización del Foro de Desarrollo Local de la Ocde. Tras este evento de talla global, que contó con la participación de más de 3 mil personas de más de 90 nacionalidades, hay que ser insistentes en una imperiosa necesidad: un aeropuerto que represente y acompañe el crecimiento de la ciudad.

Uno de los puntos negros que hubo en medio de este evento –que tal vez pudo ser el único de grandes proporciones– corrió por cuenta del estado actual de la terminal área, cuya capacidad se vio superada por el arribo de delegados provenientes de distintos continentes para adelantar extensas discusiones frente al desarrollo sostenible, la inclusión, la innovación y la cooperación como vías para una mejor calidad de vida para la ciudadanía.

En redes sociales fueron varios los reportes de usuarios inconformes ante las distintas situaciones que empañaron su arribo a la ciudad. La falta de aire acondicionado o el aterrizaje improvisado en la pista para muchos se han vuelto algo cotidiano, pero que generan una primera impresión negativa para aquel que visita por primera vez a la ciudad.

Aunque en el pasado han quedado los tortuosos días de la inconclusa concesión al Grupo Aeroportuario del Caribe, que no supo dimensionar la relevancia de la terminal área en medio de todo este proceso de transformación y crecimiento que ha tenido la ciudad y el departamento en general, siguen siendo muchos los retos por resolver.

Desde septiembre del año anterior, la Aeronáutica Civil asumió el manejo y administración de esta terminal aérea con una hoja de ruta que contemplaba el desarrollo de una serie de intervenciones para mejorar la experiencia. Hasta el momento, poco o nada es lo que se conoce del avance de dichos procesos, que son clave para fomentar la competitividad del terminal aéreo.

En una visita hecha en los días previos a la Semana Santa, la ministra de Transporte, María Fernanda Rojas, recalcó que el Gobierno nacional se encuentra comprometido con el mejoramiento del aeropuerto Ernesto Cortissoz.

“Este modelo está permitiendo mejoras, unas que son muy directamente para los viajeros como la sala de equipajes y el corredor estéril, entre otras intervenciones que mejoran la experiencia en el aeropuerto”, expuso en su momento.

Sin embargo, son pocos o nulos los avances que se han conocido hasta el momento, lo que hace perentorio el llamado para que se adelanten todos los esfuerzos para que el aeropuerto Ernesto Cortissoz pueda recuperar el brillo en el menor tiempo posible.

Esta es una tarea que no admite aplazamientos, teniendo en cuenta que Barranquilla volverá a ser epicentro de discusiones de alto nivel en 2026 con la realización del encuentro anual de la Red de Ciudades del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), a lo que podría sumarse la sede del Programa de Intercambio para la Competitividad de las Américas (ACE por sus siglas en inglés), promovido por la Organización de los Estados Americanos (OEA).

Además, los gremios y el Distrito han venido sumando esfuerzos para que la ciudad se pueda consolidar como un hub de mantenimiento aeronáutico de primer nivel, así como una escuela para la formación de mecánicos de aviación, que refrenden su vocación y trayectoria como pionera en la aviación.

Sin duda, Barranquilla ha demostrado que está lista para jugar en las grandes ligas del desarrollo global, pero no puede hacerlo con una infraestructura que le da la espalda a su presente y limita su futuro. El aeropuerto Ernesto Cortissoz no puede seguir siendo el eslabón débil de una ciudad que quiere despegar, y que cada vez atrae mayor número de turistas, tanto nacionales como extranjeros, que vienen a la capital del Atlántico movidos por el buen nombre y la buena imagen que se conoce del crecimiento y la oferta con la que hoy cuenta esta esquina del Caribe colombiano.

Barranquilla y los barranquilleros merecemos un aeropuerto de calidad. ¡No da espera!