Deportes

Sofía Arrieta, una promesa que vuela en dos ruedas

Esta bicicrocista barranquillera, de 15 años, se destaca desde hace un tiempo en las diferentes pistas de Colombia y el mundo. Sueña con ser campeona ecuménica e ir a unos Olímpicos.

No ha sido un camino tortuoso, pero tampoco de rosas. Si bien ha contado con el apoyo incondicional de sus padres, su corto recorrido profesional, hasta el día de hoy, ha tenido tropezones fuertes, que marcan, que dejan huella, que incluso la han puesto a dudar de si continuar o no practicando el deporte que le apasiona desde muy niña y por el cual se desvive, diariamente, en los últimos 10 años: el BMX.

Pero todo lo malo queda atrás y pierde importancia cuando llega la recompensa a tanto esfuerzo físico y mental transformado en medallas, en participaciones en Mundiales, en Panamericanos, en Nacionales, en viajes a distintos eventos alrededor del mundo, en puestos importantes en el ranking mundial y nacional. Ahí, cuando saborea por encimita las mieles del éxito, entiende que todo sacrificio es válido para poder cumplir el gran sueño de su vida, ser la mejor bicicrosista del país, siguiendo los pasos de la campeona olímpica Mariana Pajón, de su gran referente, Gabriela Bolle y de su padre, su primera inspiración.

Sofía Arrieta Gutiérrez, de 15 años, es uno de los grandes prospectos que tiene el Atlántico y el país en el BMX. A su corta edad ha tenido la fortuna de ‘tirar pedal’ en las mejores pistas del país y del mundo, ganando experiencia y cosechando éxitos que hoy la tienen como subcampeona nacional en su categoría (sub-15) y codeándose con las mejores niñas —de su edad— en el mundo, como ya pasó en 2017, cuando, con 10 años, fue séptima del planeta, dejando en alto el nombre de Colombia en el Mundial de BMX en Estados Unidos; en 2018, cuando terminó semifinalista en el Mundial de Azerbaiyán (entre las 10 mejores) y en 2019, siendo cuarta finalista en la máxima cita en Zolder, Bélgica.

Pero para conocer su historia de vida hay que irse muy atrás, por allá en 2012. Mientras Mariana Pajón hacía historia ganando su primera medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres, Sofía, con cinco años, dejaba la piscina —donde practicaba natación— para montarse en una bicicletica, influenciada, directa o indirectamente, por su padre, Wilmer Arrieta, campeón Nacional de BMX en los años 90.

“Yo practicaba natación, como primer deporte de vida. Pero en 2012 hicieron una competencia en honor a esos bicicrocistas destacados de los años 90. Invitaron a mi papá, que fue campeón nacional. Ahí vi correr por primera vez a Daniel Barragán y a Gabriela Bolle, mis dos grandes referentes y los que me inspiran hasta el día de hoy, y el click fue inmediato, me gustó mucho lo que hacían, ellos eran los más destacados en ese entonces. Desde ese día empezó este amor pasional por el tema del bicicrós”, le relató Sofía a EL HERALDO.

“Que mi padre fuera bicicrocista me ha ayudado mucho, porque me entiende a la perfección, porque me ayuda, me corrige, me apoya, siempre está ahí para no dejarme caer. Él y mi madre —Gina Gutiérrez— han sido una bendición, hacen un equipo genial. Mi madre es la que me acompaña a todas las carreras, me toma fotos, me mueve las redes y le graba mis entrenamientos y carreras a mi papá, que por trabajo no puede estar siempre acompañándome. Eso sí, en casa me agarra, se pone a ver los videos conmigo y me dice: ‘¿por qué hiciste esto?’, ‘¿por qué lo otro?’, ‘este movimiento debe hacerse así’ o ‘haciéndolo de esta forma te va a beneficiar más’. Son cosas que te marcan y te ayudan a seguir creciendo, porque, para mí mi papá era uno de los bicicrocistas más técnicos de aquellos tiempos. Era muy bueno, en serio”, agregó.

Sus inicios con la bicicleta se dieron en la antigua pista de Villa Santos, donde se formaron varios de los bicicrocistas atlanticense que hoy se destacan a nivel nacional. “Era una de mis pistas favoritas”, dice. Ahí compartía con Gabriela Bolle y Daniel Barragán, sus dos grandes referentes.

El accidente de Barragán, que lo sacó de las pistas —sufrió un trauma cervical que le afectó su movilidad, tras una dura caída—, la marcó desde muy pequeña.

“Fue un momento horrible. Yo era muy chica, pero ya entendía todo. Lo recuerdo mucho. Fueron días muy feos porque no comprendía cómo una persona que ama lo que hace pueda pasar por algo así. Dani se ha convertido, con el paso de los años, en otro gran consejero de vida. Siempre tiene una palabra acertada para mí, me motiva, me corrige y se alegra de mis triunfos. Por eso le doy con toda, porque estoy haciendo lo que Dani quisiera estar haciendo ahora mismo”, cuenta la bicicrocista del club Pelícanos y que es una de las embajadoras de la Fundación Daniel Barragán.

Ese amor por el bicicrós lo combina con los estudios, sacando adelante las dos cosas. “Siento que soy bastante organizada, así que no he tenido problemas”, dice Sofía, que hoy cursa noveno grado y que se debate entre estudiar, más adelante, Administración de Empresas o Negocios Internacionales. “Me ve mucho en ese campo, me llama la atención, así que me iría por una de esas dos. Ojalá combinándola con mi verdadero amor, el BMX”, dijo.

Su primer gran logro fue una medalla de plata en un Nacional en Pereira, en 2015. “Fue mi primera alegría, la que me convenció realmente que si quería podía ser realmente buena en esto, porque uno al principio lo ve como un ‘hobbie’, pero a medida que vas desarrollando tus habilidades entiendes que es más que eso, que es una profesión”, expresa.

Con el tiempo han venido más medallas, participaciones en torneos nacionales e internacionales, en Panamericanos, en Mundiales, codeándose con las mejores. Pero cuando la exigencia aumenta, los gastos también van de la mano, y ahí Sofía empezó a sentir los primeros ‘golpes’ en este duro mundo del deporte.

“Mis papas nunca me han negado el apoyo a torneos nacionales, pero ya cuando la cosa es por fuera, ahí sí hay que ver qué se hace, porque los gastos se cuadruplican. Ahí sí toca correr,  tocar puertas o como decimos acá: ‘pelar cara’ para buscar el apoyo de las empresas, que no es para nada fácil ni cómodo”, asegura Sofía, que ha encontrado un gran apoyo en la empresa Olímpica, en representación de Jimmy Char, y en su entrenador, Hernán Guarín.

Con el paso de los años, ese primer golpe con la realidad vino acompañado de otros obstáculos: las lesiones, las derrotas, la pandemia y el bullying, muy sonado en estos tiempos modernos y el que más daño emocional le ha causado, al punto de ponerla a dudar de su amor por la bicicleta.

Para Sofía y su madre no es fácil hablar de ese tema, pero lo afrontan con valentía, porque hace parte del proceso que han llevado y porque, indirectamente, ayudó mucho a la niña a fortalecerse mentalmente.

“El acoso lo recibí por parte de un padre de familia en la pista. Fue una época bastante dura para mí, porque eso me generó bastantes bloqueos fuera y dentro de la pista. Yo me sentía muy insegura entrenando, no creía en mí misma. Llegó un momento en el que dije que no quería seguir más, no quería ir más a la pista por miedo a encontrarme con esa persona y que me fuera a decir algo sin yo hacer absolutamente nada”, cuenta.

“Pero gracias a Dios pude fortalecer bastante mi mente y hoy en día eso me resbala, no le doy tanta importancia a los comentarios que hagan sobre mí. Siento que la pandemia influyó bastante para poder superar eso y hoy en día entreno tranquila. Esa persona sigue en la pista, pero yo cada día estoy más motivada a seguir dándola toda. Fue una época difícil, pero de estas pruebas que te pone la vida también se aprende”, agrega.

Actualmente Sofía, que hace parte también del ‘Zuppra BMX Team Colombia’ —que reúne a un grupo de los mejores bicicrocistas del país—, se recupera de una lesión de espalda que la ha sacado últimamente de competencia, pero que ya está a punto de superar para poder cumplir con todos los objetivos que se trazó para este 2022: figurar en el Mundial en Francia —en julio—, en el Panamericano en Argentina —en septiembre— y en los Nacionales en Ibagué —en junio—, donde es una de las favoritas al oro en su categoría.

“Ya pronto espero salir por completo de la lesión, gracias al tratamiento que he llevado con el centro de fisioterapia y recuperación Recovery+. Ellos han sido un apoyo inmenso en mi recuperación. Espero retomar pronto mi nivel para poder participar en todas las competencias grandes y las válidas nacionales en este 2022”, afirma.

Sofía sigue soñando en grande. Esta barranquillera es consciente de que le falta mucho para llegar a su techo y que, con esfuerzo, sacrificio y dedicación, la vida la va a recompensar en el momento indicado con su gran sueño: participar en uno Juegos Olímpicos para seguir dejando en alto el nombre del país en las distintas pistas del mundo, como ya lo hacen varios en un deporte como el BMX, que ha agarrado una popularidad grande en el país.

“Quiero participar en más mundiales y, si mis capacidades lo permiten, que estoy segura que sí, ser campeona del mundo antes de que termine mi año challenger. Y más adelante el sueño más grande, llegar a unos Juegos Olímpicos. Como siempre me dice ‘Gabi’ (Bolle), ‘si yo lo creo, lo puedo lograr’. Estoy muy feliz por la fuerza que está cogiendo el BMX, así que hay que seguir abriendo puertas, con más triunfos, para hacer de este deporte una potencia en el país”, concluyó Sofía.

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