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No escucha bien. Hace días se le extraviaron los audífonos, y se le tienen que acercar al oído y gritarle un poco para que pueda entender. Mucho más si lo acaban de despertar.

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“¡Papá! ¡Papá! ¡Papá! ¡Que llegó EL HERALDO y lo van a entrevistar!”, le advierte Carmen Torres, una de sus hijas.

El martes pasado en la tarde, Armando Torres Escalante se encontraba en los brazos de Morfeo, profundo y roncando en do mayor, cuando los periodistas llegaron a espantarle el sueño y a conocer su asombrosa y curiosa historia: la del hincha más longevo de Junior. Tiene 104 años de edad. Léase bien: 104 años de edad.

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“¿Esto va a salir en primera página?”, pregunta don Armando con jocosidad.

Nació el 21 de mayo de 1920, cuatro años, dos meses y 17 días antes de que a Micaela Lavalle se le ocurriera crear un club aficionado para que Juan, Marco y Gabriel ‘Vigorón’ Mejía, tres de sus ocho hijos, pudieran continuar competitivamente la práctica de fútbol.

Juventud infantil comenzó a llamarse esa enorme pasión que germinó en el barrio San Roque para luego tomarse Barranquilla y todos los rincones de la región Caribe. Los cambios de nombre (Juventud Junior y finalmente Junior, desde 1936), su etapa de club aficionado, su debut en el profesionalismo, su primer gol (anotado por Lancáster De León), su primera final (la perdió ante Santa Fe en 1948)… de eso y todo lo que ha pasado en estos 100 años de existencia de la divisa currambera, don Armando fue testigo. Vio jugar a Romelio Martínez (en Sporting y Juventud Junior) y a Roberto Meléndez (en Junior en la época aficionada).

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“Romelio es el mejor jugador que he visto. Falleció en un accidente aéreo”, expresa don Armando durante la entrevista.

No es un tiburón cualquiera. Este señor que se dedicó a la carpintería en gran parte de su vida, que creció en el barrio Recreo, que tiene 15 hijos, 16 nietos, 19 bisnietos y tres tataranietos (“todos junioristas”), es un fanático rojiblanco de verdad verdad. De aquellos que se entristece como si estuviera en un velorio cuando el equipo es derrotado y de los que ríe como en Carnaval cuando el club logra ganar.  

“¡Papá! ¿Cómo se siente usted cuando Junior pierde?... ¡¿Que cómo se siente usted cuando Junior pierde?!”, le pregunta Carmen repitiéndole el interrogante porque su padre no logra escuchar de entrada.</p><p>Después de comprender, voltea a la cámara, arruga la cara, hace puchero y se golpea el corazón en varias ocasiones dando a entender que le duele cada vez que el equipo pierde.

¡Soy juniorista hasta la muerte!”, exclama en medio de la charla en su casa.

“Desde que nosotros estábamos pequeños, siempre he visto a mi papá pendiente de Junior. Iba al estadio siempre, al Romelio Martínez primero, y después al Metropolitano”, cuenta Carmen.

Se trasladaba a pie hasta el Romelio y se las ingeniaba para colarse en sus tribunas sin pagar boleta.

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Sin embargo, la primera vez que EL HERALDO lo captó, el 11 de mayo pasado, en la tienda ‘La mejor esquina’, en el barrio Recreo, don Armando estaba en otro plan, uno que le gusta muchísimo, junto a su nieto Jorge Armando Mercado, hijo de Carmen.

Jorge es su compinche para ver los partidos de Junior por televisión, al calor de un trago de aguardiente. “El día que juega Junior, apenas me ve llegar, me hace señas con los ojos, como quién dice: ajá, ¿y la botella qué? Le gusta que nos veamos los partidos en la tienda y tomarse unos traguitos”, relata el joven.       

Don Armando llevó a Jorge al estadio Metropolitano por primera vez y le enseñó el amor por Junior. Ahora es él quien lo ayuda a mantener encendida la pasión. Le gustaría llevarlo a la celebración del centenario, en el partido contra Alianza FC, este domingo en el ‘Metro’, pero no pudo conseguir boletas.

“Él estaba entusiasmado con la idea de ir. Por su condición de tercera edad, hace rato que no va”, dijo Jorge, quien piensa, al igual que su madre, y su tía Rosa María, que el secreto de la longevidad de su abuelo es el buen humor con el que ha asumido la vida y “su alimentación”.

“Antes desayunaba siempre con bocachico. Ya no, pero antes sí, todos los días. No se daba mala vida, es mamador de gallo, siempre está riéndose”, asegura el nieto.

“Siempre está de buen humor y tranquilo. No le da ni gripa ni nada”, afirma Carmen.

Este hincha centenario se siente con fuerzas para seguir alentando a Junior. Anuncia con convicción a su familia que no se va de este mundo hasta que su ‘Tiburón’ del alma sea campeón de la Copa Libertadores.

“Allá arriba (señala al cielo) me están esperando, pero me tienen que esperar hasta que Junior sea campeón de la Copa Libertadores”.