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A Junior se le notaron más los casi seis meses de inactividad y perdió 2-1 ante América de Cali, anoche en el estadio Romelio Martínez, en el juego de ida de la Superliga, que marcó el reinicio del fútbol profesional en Colombia después de una larga pausa por la pandemia.

Los rojiblancos comenzaron ganando, a los 4 minutos de juego, con un gol de penalti de Miguel Borja, quien celebró haciéndoles un homenaje a todas las víctimas del coronavirus.

Sin embargo, los escarlatas, que jugaron mejor, le dieron vuelta al marcador con un autogol de Gabriel Fuentes (80) y un tanto de Duván Vergara (81).

El partido comenzó con evidentes muestras de la falta de ritmo y compenetración. Muchos pases erráticos y dificultades en el dominio y transporte del balón, especialmente en Junior.

De todas formas, en una acción rápida, Teófilo Gutiérrez envió un pase profundo a Miguel Borja. El delantero cordobés superó en potencia a Juan Pablo Segovia y eludía al arquero Éder Cháux cuado este lo derribó y le cometió un claro penal que el árbitro Andrés Rojas sancionó sin titubeos. No hizo falta el VAR, que en esta serie no se está implementando.

El gol replegó a Junior, que se dedicó a cerrar los caminos hacia el arco de Sebastián Viera. La intención era darle el balón al rival, dejarlo que se tomara confianza y explotar los espacios. El plan pudo salir bien en una jugada de contragolpe que Luis ‘Cariaco’ González echó por la borda cuando tenía varias posibilidades de pase. Se le fue larga la pelota en su intención de encarar.

Posteriormente, Didier Moreno, en una exhibición más de lo que cuesta estar fino después de una inactividad, rechazó aparatosamente una bola y le quedó servida a Adrián Ramos. El atacante la protegió y recibió una falta de Germán Mera. Tampoco se requirió el VAR. Penalti y roja para el zaguero.

Ramos ejecutó y Viera salvó la patria. Junior no se acomodaba en la cancha y con 10 hombres se nubló aún más. Nada de toque, nada de ataque. Había que sacrificar a alguien y retiraron a ‘Cariaco’ para darle pase a Willer Ditta y rearmar la defensa.

América controlaba totalmente el esférico y se insinuaba ofensivamente con esa pesadilla llamada Duván Vergara, que se hace inmanejable cuando encara. Junior, con dificultades, resistió en el fondo hasta el final de la primera etapa.

En el segundo período, Juan Cruz Real sacó al lateral Daniel Quiñones y mandó al terreno de juego al volante creativo Yesus Cabrera buscando mayor profundidad. No la encontraron, a pesar de que se adueñaron completamente del balón.

Los Tiburones seguían desatinados y Julio Comesaña, apenas a los 8 minutos del segundo tiempo, decidió sustituir a Teófilo Gutiérrez y a Miguel Borja al mismo tiempo para darle paso a Edwin Cetré y David Murillo. 'Así lo habíamos establecido, no fue un cambio estratégico', dijo Comesaña.

Excluyó a los dos nombres rimbombantes del equipo buscando hombres con más dinámica. La apuesta no le resultó para contraatacar y para defender le salía a duras penas. Seguía la falta de contención y la dictadura escarlata. Sin la suficiente profundidad, pero se veía venir el empate en cualquier momento.

Se le fueron las luces al Romelio Martínez por unos segundos y se le fueron a Junior durante todo el juego. No recuperaba el balón, no la manejaba y no hacía daño por ningún lado. Carmelo Valencia estaba fundido y desde el banco nunca vino un relevo a pesar de que estaban permitidos los cinco cambios.

Como América era incapaz de traducir su sometimiento en goles, la imprecisión de los defensores de Junior terminó dándole una mano. David Murillo falló en dos lances en los que pudo recuperar el balón, Yesus Carera centró y Fuentes trató de rechazar antes de que Santiago Moreno aprovechara, pero el samario empujó la bola hacia su propio pórtico.

No hubo reacción

El equipo estaba desgastado y desorientado. América se avispó y Vergara, en una de sus exitosas aventuras individuales, marcó el segundo con un poco de suerte. Su remate se desvió en las piernas de Ditta y desubicó a Viera.

América fue más y se vio mejor ante un Junior que se vio demasiado crudo y oscuro. Faltan encender muchas luces.