El azul del cielo rechinaba de la mano del anticuado pero ardiente sol, el cual hacía sentir su presencia a más no poder, como si fuese su primer día ilumnando esta zona costera del caribe colombiano. Las tradicionales aves que por los rincones de Puerto Velero suelen pasear no se dieron a la cita.
En su reemplazo, tratando de imitar el vuelo y la existencia alada, doce lunas menguantes, fabricadas de telas especiales e identificadas por sus colores carnavalescos, se elavaban guiando la parada en las alturas, donde convivían con la impetuosa brisa.
Verdes, anaranajadas, azules y otras con el trazo de alguna bandera nacional danzaban mientras deceneas de metros más abajo una docena de kitesurfistas batallaban por controlar sus herramientas de competencia.