Hace algunos años se decía que el futbolista colombiano debía hacer un paso obligatorio por el fútbol argentino para terminar de pulirse, tanto en lo futbolístico como en lo mental, y luego sí dar el salto al ‘Viejo Continente’.
Pero esa premisa fue perdiendo fuerza con el paso del tiempo, al punto que nuestros jugadores se empezaron a ir desde temprana edad al exterior, haciendo un traslado directo, sin peaje, sin terminar de formarse, sin hacer el llamado curso ‘obligatorio’. Algunos aprovecharon la oportunidad —muy pocos—, otros, por el contrario, regresaron con el ‘rabo entre las piernas’, sin poder afianzarse en un fútbol mucho más exigente.
Hoy la Liga de Argentina ha vuelto a ser esa estadía, si así se le puede llamar, en la que el futbolista colombiano resucita, se pellizca o se potencializa.
Varios son los ejemplos en la actualidad y a lo largo de la historia. Hoy en día jugadores como Juan Fernando Quintero (River Plate), Rafael Santos Borré (River Plate) y Andrés Felipe Roa (Huracán), por nombrar tres casos notorios, están viviendo un nuevo verano cuando ya muchos los tildaban de 'quedados', 'pasmados' e incluso 'acabados', a pesar de su corta edad.
Luego de un inicio deslumbrante, la carrera de estos tres talentos sufrió un frenón en seco. ‘Quinterito’, por ejemplo, brilló en Colombia, dio el salto al Porto de Portugal, luego se destacó con la Selección en el Mundial de Brasil, donde anotó un gol, y cuando todos daban por hecho que sería el 'nuevo James', su carrera tomó un rumbo inesperado, saliendo por la puerta de atrás de la liga lusa y fracasando en su paso por el Stade Rennais francés.
Se alcanzó a decir que dejaría el fútbol para dedicarse a la música, pero regresó al país para firmar con el Medellín, se tomó un segundo aire y luego recaló en Argentina donde volvió a ser el ‘JuanFer’ talentoso, diferente y genial vistiendo la camiseta del histórico River Plate. Hoy es pieza angular del proyecto de Gallardo.