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Hace seis años José Pablo Gil Rodríguez se barría en el polvo de ladrillo de las canchas de tenis del Country Club de Barranquilla. El costarricense llegó con la intención de figurar en el Mundial Juvenil, pero no corrió con la mejor suerte. El joven de 22 años está de regreso en la Arenosa, nuevamente con raqueta en mano y para hacer parte de un torneo internacional. Pero a Gil Rodríguez la vida le cambio a finales de 2017, sigue dándole golpes a la pelota, pero ahora desde una silla de ruedas.

'Hace año y medio tuve un accidente de tránsito, Iba camino a mi casa. Eso pasó dos días antes de irme a estudiar a Estados Unidos con una beca deportiva y pasó lo que paso. Eran las 10 de la noche, ya estaba a cinco minutos de mi casa cuando un carro invadió el carril donde íbamos y caímos a una cuneta', relata el joven que es uno de los competidores del IX Torneo Internacional en silla de ruedas que se disputa en el Parque de Raquetas.

Asimilar su nueva vida fue duro, pero el amor por el deporte hizo que no bajara los brazos. Aprendió a asumir su nuevo rol y nuevas cosas.

'Cuando estuve en rehabilitación nos llevaron a la parte deportiva y yo estaba muy, pero muy mal, fue un momento difícil. Después jugamos basquetbol, ni si quiera llegué la pelota, eso fue fatal. A los cinco meses empecé con el deporte, precisamente jugando basquetbol, estoy en la selección y clasificamos a los Centroamericanos, me quité esa espinita con la pelota de básquet', dice mientras sonríe.

Ayer en la cancha principal del Parque de Raquetas, José Pablo ganóó en dos sets, con parciales de 6-1 y 6-1, a Juan Pablo Gómez, y quedó encantando con el escenario.

'Este es un estadio lindo, casi nunca se puede jugar en un escenario como este. Estoy muy contento de volver a estar acá, no me acordaba del clima, es algo pesado. Estoy disfrutando y me sentí muy bien', dice mientras le hace un paneo con su mirada al centro deportivo.

Gil reconoce que ha sido difícil adaptarse a la silla de ruedas, pero la técnica en sus golpes aún la mantiene.

'Los movimientos, la coordinación con la manos cambia mucho, así que me he ido adaptado. Tengo un año de estar jugando en silla de ruedas, así que todavía me falta mucho por mejorar', sostiene el costarricense que llegó en compañía de su mamá.