Compartir:

Mientras se terminaba de construir el Puente Pumarejo en 1974, el bolo criollo se esparcía con propiedad por Barranquilla, específicamente frente al Cementerio Universal. Aunque no es un deporte nacional como lo es el tejo, pese a que su sistema de juego es similar, el bolo criollo cumple con dos objetivos primordiales en el deporte: competir y recrear.

Derribar tres pines de madera con una bola de piedra maciza, colocados en fila india al final de una pista de tierra de 23 metros, es la meta de este deporte oriundo de la provincia de García Rovira, en el municipio de Macaravita , en Santander.

'Cada jugador compite y se recrea mientras toma guarapo o cerveza, pero estamos luchando con los otros departamentos para que sea denominado deporte nacional como el tejo, pero el problemas es que Coldeportes exige mínimo siete departamentos practicantes y en el momento solo están: Atlántico, Bolívar, Magdalena, Valledupar, Santander y Boyacá', destaca Ricardo Pinto, presidente de la Liga de Bolo Criollo del Atlántico.

El primero en traer esta disciplina a Barranquilla fue Antonio Bernal, un santandereano que emigró a la ciudad, pero fue hasta 1990 que se formó oficialmente la liga.

'Recuerdo que la Unión de Comerciantes (Undeco) fue la encargada de realizar, en 1978, el primer campeonato de bolo. Yo aún no estaba en la presidencia y era curioso ver cómo se manejaban en ese entonces las cosas. En 1985 me inicio como dirigente, cogí el deporte en propiedad, reforcé los reglamentos porque había muchas peleas. Poco a poco había que enseñarle a la gente a aguantar los reclamos, porque muchos venían de pueblos o veredas e, incluso, eran hasta iletrados. Gracias a Dios el bolo tomó fuerza y tuvimos nuestra liga, con escudo y todo', recuerda Pinto.

En el bolo los duelos son personales y el ganador debe enfrentarse a otro adversario. El que lanza primero se llama postor y quien lo hace al final se denomina matador; el reto es enfrentarse a un contrincante y si hay un perdedor, se busca inmediatamente la revancha. El tiempo de juego es relativamente corto, permitiendo que la diversión sea al instante. En el bolo nunca habrá un empate.

'Este es un deporte que ha estado a punto de desaparecer por las nuevas tecnologías, pero la idea mía como presidente es que esto siga. Ha permanecido por más de 40 años y sé que va a seguir. No se puede abolir un deporte en el que puedes divertirte con la familia', finalizó Pinto.

El ‘garitero’

Es tan fundamental como el que lanza la bola porque su labor consiste en devolverla para el siguiente lanzador. Se ubica al lado de los pines, detrás de unas tablas de madera para protegerse.

Para jugar

Pines

Al igual que el bolo americano, este deporte aficionado cuenta con pines, pero hay diferencias. La primera es que son de madera y que no se utilizan 10, sino tres. Las medidas son 60 cm. de alto y 8 de diámetro.

Bola

Se utiliza una piedra circular maciza para derribar los pines. Los pesos varían según el alcance y la fortaleza del lanzador. La más pesada es de tres libras, pero la oficial para campeonatos es de dos libras.

Tablero de juego

Es importante mantener las cuentas claras en cada chico (juego). Se permite un total hasta de 10 jugadores y el campeonato se puede extender hasta derribar 15 pines. Cada pin derribado, es un punto.

Presidente de la liga

Ricardo Pinto, un santandereano con corazón barranquillero, es el encargado de administrar la Liga de Bolo Criollo del Atlántico. Llegó a La Arenosa en 1970, cuando aún no existía el Puente Pumarejo. En 1976 se inició como bolichero, pero fue hasta 1985 que tomó el cargo de dirigente. 'Quiero a Barranquilla como mi segunda patria', manifiesta.