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Todo equipo que se respete tiene personajes de todas las características, que cumplen callada o públicamente su función. En la Selección Colombia, no cabe duda que el hombre del swing, del sabor, el que arma la recocha con sus bailes es el lateral izquierdo Pablo Armero.

Miñía, como le dicen, es el más alegre de todos. Saluda hasta al gato, siempre desea lo mejor y anda con su sonrisa resplandeciente a toda ahora. '¿Tonces Miñía, todo bien?', dice mientras mueve la mano para saludar.

Es espontáneo, buena gente, carismático; de ahí su apelativo, Miñía, que él mismo explica lo que quiere decir: 'A mí me bautizaron así cuando yo jugaba en el Boca Juniors de Cali. Todos sabemos que Miñía para los de Tumaco significa amigo, pana o parcero; entonces cuando llegué a ese plantel le decía a mis compañeros ‘Miñía’ y desde ahí me quede con el apodo.

Armero atendió gustoso a EL HERALDO y le contó sus experiencias en el Mundial, del recibimiento que se les brindó y de otros temas en general.

Ya en medio de la tranquilidad, ¿qué conclusión saca de lo que pasó en el Mundial?

Fue algo grandioso, bonito para el pueblo colombiano y por supuesto para nosotros. Teníamos un objetivo, hacer historia y que la gente volviera a creer en su equipo. Y creo que gracias a Dios lo logramos, porque fuimos revelación en Brasil y la gente se enamoró de nuestro fútbol y del equipo.

¿Cómo vio la reacción de los colombianos por lo que hicieron en el Mundial?

Espectacular. Fue algo grandioso que nos hizo sentir felices, nos dio a entender que les habíamos cumplido a todos. Eso nos dio a entender que Colombia enterá volvió a identificarse con su Selección.

¿Se pudo llegar más lejos?

Claro, teníamos fútbol y equipo. Pero el juego es así, ese día las cosas no nos salieron como esperábamos, además de que hubo otros factores que ustedes vieron, y pues no pudimos lamentablemente llegar más lejos.

Usted jugó ya un Mundial… ¿Se siente graduado en el fútbol?

Yo creo que sí. Ir a un Mundial es algo muy importante, es la fiesta más grande del fútbol y lo máximo para un jugador. El equipo hizo un buen papel y pienso que es bonito haber estado en él. Estar en esos eventos tan importantes es algo que uno como jugador siempre sueña. Nos graduamos, pero hubiera sido más lindo si hubiéramos ganado la Copa.

¿Se imaginó anotar un gol en el Mundial?

Lo pensé, sí, pero así de rapidez. Yo soy lateral y antes que nada debo marcar; a partir de ahí debo pensar en saberme proyectar al ataque, tirar buenos centros y si se tiene la oportunidad de meter un gol, pues aprovechar. Claro que eso es un paso siguiente. Pero lo que sí tengo bien claro es que ese gol ante Grecia va a perdurar siempre conmigo.

Léider Preciado marcó en 1988. Y ahora usted en el 2014. Entró en la historia de Nariño y del país… ¿Qué siente?

Que soy bendecido y estoy contento. Con respecto a mi paisano Leider, él dejó su legado ahí y todo el mundo lo recuerda, ahora me tocó a mí. Espero quedar en la memoria de Colombia.

¿Esta Selección sería la columna vertebral para la Copa América del 2015?

Creo que sí, los resultados así lo demuestran. La idea es continuar dándole alegrías a nuestro país. Por el momento mi prioridad es disfrutar estos días con mi familia y luego pensaremos en lo que viene. Pero yo creo que vamos por un bueno camino.