Aunque la muerte fue repentina y lo abrazó el lunes anterior cuando caminaba hacia una farmacia en Quito, Ecuador, Dragar Miranovic dejó huellas que perduran a lo largo y ancho del mundo. El mismo que nació hace 55 años en Subotica (antigua Yugoslavia), prestó el servicio militar en su país, hizo parte de un seleccionado Olímpico, figuró en el balompié austriaco y llegando a tierras como Bogotá y Barranquilla ratificó su condición de gitano del fútbol.
El presente indica que Dragan, quien fuera técnico de Junior en los años 2003 y 2006 partió para siempre. Sus amigos y otros personajes que compartieron con él hacen pausa para recordarlo.
“Defendía los derechos de los jugadores ante los dirigentes y por su temperamento muchas veces no lo convocaban a la Selección. Perteneció a la Selección Olímpica. Era un volante creativo y lleno de una técnica impresionante, zurdo y con mucha fuerza para rematar al marco. Era muy complicado marcarlo y detenerlo”, expresó Peter Kosanovic, entrenador serbio que dirige las divisiones menores del Junior.
Kosanovic enfrentó a Miranovic en su etapa de jugador y luego trabajó junto a él en Junior, al igual que en El Nacional de Ecuador. Ambos maduraron como entrenadores teniendo la guía del experimentado Dusan Draskovic.
El otro lado
Aparte del entrenador que parecía haber registrado la combinación de suéter gris y sudadera negra para cada jornada, en su ser habían condiciones humanas que hoy son resaltadas. “Aparte de la exigencia que tenía con los jugadores, también tenía tacto para dar consejos y convertirse en amigo de ellos. Recuerdo que en el año 2003 pactaron unos premios y él al enterarse estableció que estos no solo eran para jugadores y cuerpo técnico, sino también para los barrenderos, secretarias y todos los que hacían parte de la institución. Para él, acumular dinero no era lo más importante en la vida”, contó el periodista barranquillero René Wehdeking, quien estableció una gran amistad con el técnico balcánico.
Roberto Peñaloza, actual asistente técnico del Barranquilla FC, fue uno de los jugadores importantes en aquel Junior que en el primer semestre de 2003 fue subcampeón teniendo al Dragón en el banco. “Él nos cambió el chip, nos marcó enseñándonos una serie de valores, nos enseñó a ganar siendo un gran motivador todo el tiempo. Hizo énfasis en la disciplina y fue uno de los mejores técnicos que tuve”.
“Decidimos traerlo a Junior al notar la manera en la que Santa Fe jugaba. Empatamos ante ese equipo en Barranquilla, vimos las variantes que hacía y no solo a través de las sustituciones. Luego hablamos con él en Cartagena y desde el principio sentimos la empatía”, agregó Arturo Char, quien se desempeñaba como presidente de Junior cuando se dio la primera llegara del serbio a la capital del Atlántico.
Tras sus estancias en Curramba, uno de sus colaboradores cercanos fue Carlos Papi Peña, quien ofició como delegado y asistente. “Lo recuerdo como un tipo noble. Era una madre. Cuando se fue de aquí seguimos en contacto. Entre las anécdotas que tengo con él, recuerdo que manejaba a toda velocidad y una vez casi nos estrellamos. No me gustaba montarme al carro cuando él conducía”, recordó Peña.
Por ahora, un drama viven Zeljko y Tania, los hijos de Dragan. El primero tiene 27 años y vivía en Ecuador junto a su padre, mientras su hermana cursa estudios universitarios en Estados Unidos. Ambos esperan llevar el cuerpo de su papá a tierra natal.
“Yo había hablado con él (Dragan) hace unos 10 días y no tenía dolencias. Luego comenzó a sentirse mal, pero la verdad es que era un poco terco para ir al médico”, concluyó Peter Kosanovic.
A las voces que lo extrañan se sumó la del volante ecuatoriano Luis Antonio Valencia, destacado en el Manchester United y descubierto por aquel técnico viajero en El Nacional, equipo con el que El Dragón demostró que sus huellas podían quedar hasta en la mitad del planeta.
Por Wilhelm Garavito M.




