Por cada tres mil pesos que se evaporizan debido a múltiples razones, pero en especial la corrupción, muere un niño en un hospital, sollozando por una botella de suero, un antibiótico o un antidiarreico que podrá salvar su vida con menos de ese valor. Parece un hecho inaudito que nos condenará al inicio del apocalipsis.

No son las imágenes dramatizadas de la televisión, ni citando encisos jurídicos como se conquista la normalidad social, económica y política.

La única encrucijada que a veces vive la nación, es la salida que conoce el pueblo, la saben sus dirigentes, el gobierno, los políticos y la subversión, pero trataríamos el tema con el cuidado de quien camina sobre el filo de un cuchillo.

A medida que nos acercamos a las postrimerías del siglo treinta se habla más del escamoso tema del fin del mundo. Pero sin desdeñar la relación teológica que guardan las profecías con los dogmas de la revelación, llegamos a pensar que la severidad de nuestro Dios no puede llegar al extremo de exterminar en su totalidad a nuestro planeta y con ello hacer desaparecer de la faz de la tierra a toda la humanidad. No se puede presentir que nuestra civilización esté sólo a quince años, según algunas profecías, del final de los siglos y que se nos haya negado toda forma de reivindicación.

Tampoco se nos hace saludable creer que de los retoños generacionales que están haciendo su aparición en estos momentos, no quede títere con cabeza y que los futuros cataclismos no dejen ninguna huella del hombre sobre la tierra!

Pero los profetas bíblicos, las Sibilas Orientales, Cagliostro, Nostradamus, Juan el apóstol, los sacerdotes egipcios que dejaron sus vaticinios en la pirámide de Keops, los monjes tibetanos que lograron trasponer las murallas del tiempo y del espacio y situarse en la dimensión del eterno presente y el mismo Jesús que sellaba sus enseñanzas con el poder infinito de la Divina Trilogía, resucitando muertos, curando a leprosos y ciegos, multiplicando alimentos, etc.

Pero muchos de ellos coinciden en que al finalizar este siglo, el género humano vivirá episodios que lo acercarán peligrosamente a su exterminio. Y cuando comprobamos el rompecabezas, encontramos un grupo de piezas heterogéneas y aterradoras como el narcotráfico, el consumo de estupefacientes, el homosexualismo, los vicios, el libertinaje de la mujer, la ambición desmedida del poder y las riquezas, la explotación comercial del sexo y la degeneración del hombre como ente social, la afanosa búsqueda de la paz, los crímenes, masacres, la desintegración de la familia con la inmediata secuela del desmembramiento de la sociedad.

Y la explosión demográfica con su secuela del hambre y la sed que azota a países empobrecidos, tendremos un cuadro verdaderamente apocalíptico que al igual que una bomba de inflar, estallará cuando llegue a su límite de resistencia.