
Unos olvidan las palizas y otros se acuerdan…
Aficionados barranquilleros que se declaran “devotos lectores” nuestros nos piden relatemos los pormenores beisboleros de cuando vino a Barranquilla el club “Macon” de Georgia, Estados Unidos, traídos por Julio Gerlein Comelin, quien no midió en ningún momento la enorme diferencia que había en calidad de juego, entre un equipo que era clase Doble A del Béisbol Organizado y con peloteros que ya estaban proyectándose hacia las Grandes Ligas y el incipiente béisbol amateur que únicamente se jugaba en las ciudades de Cartagena y Barranquilla, sin la sombra siquiera de algo que oliera a instructor.
Empero, desproporcionada o no esa venida del primer equipo estadounidense llegado a nuestras playas, no puede negarse que su venida y su actuación constituyeron un gran acontecimiento para nuestros aficionados. Jugaron 7 veces y ganaron 6 y perdieron un juego, que los dueños de una malicia soterrada y maloliente decían después que “no hay duda que los gringos se dejaron ganar”. Todo deducido por las fuertes palizas que no llevamos ante ellas, a la cual habría que agregar la que le metieron a los cartageneros, cuando en solo 6 innings habían conectado 14 jonrones, acabándose el juego por falta de bolas.
Sobre ese juego de diferencia tan descomunal no se puede abundar en detalles, porque entre aficionados, dirigentes y periodistas cartageneros hubo desde aquellos años 30, cuando ocurrió la debacle beisbolera, un tácito acuerdo de olvidar tan detonante episodio. La primera vez que este columnista fue a Cartagena les preguntó a unos señores por el “Macon” de Georgia: que cómo les había parecido” y todos se hicieron los pendejos. ¿“Macon”? Cual Macon? No, yo no he sabido nunca nada de eso: mi papá no me ha contado nada” y evasivas por el estilo.
En Barranquilla somos diferentes. Hasta gozamos con los casos desproporcionados que nos llevaron a la ridiculez. Eulalio Arrieta, antesalista que jugó en el “Rapidol” de Cartagena y en el Sur de Atlántico, nos contaba que un gringo de casi 2 metros y como 190 libras de peso, en una jugada en segunda base chocó con Germán Núñez. Eulalio, muerto de la risa, nos dijo” que el musiú le sacó los dos zapatos – no uno, dos -- en el choque a Germán. Así somos por acá. Había que oír a Roberto Meléndez contar las dribleadas de Vicente de la Mata en el suramericano de 1.939, antes de meternos 4 goles él – sólo en el 9 a 0 que le empujó Argentina a aquel equipo colombiano próximo a la inanición. Si, al hambre que sufrieron en aquella odisea.
Bueno, Dios nos conserve esa franqueza y esa veracidad, así sea para dejarnos comernos un listón de cativo…
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