
Tragicomedia latina
Llámenle fetichismo, presión social o machismo. Por alguna razón, Latinoamérica parece una extravagante tragicomedia de novela barata mexicana con un toque de reinado venezolano. Las series de televisión del ‘narcoestilo’ de vida no se alejan en nada de la realidad de este grandísimo Macondo que no se contiene en las fronteras colombianas, sino que se encuentra enraizado, para bien y para mal, en el mestizo latinoamericano. Una regla socialmente absurda y reprochable que lleva a que todo narco, nuevo político poderoso, o cualquier hombre que detente un mediano poder termine involucrado sentimentalmente con una exreina, presentadora de farándula, actriz o modelo.
Esta búsqueda de una mujer hermosa, perfecta a la vista, famosa y reconocida entre los pueblos por su figura y su tez es una de las peores prácticas que tiene el machismo sobre la mujer. Cuando empiezan a circular conversaciones privadas entre la actriz mexicana Kate del Castillo y el temido narcotraficante ‘Chapo’ Guzmán, en primera plana, y esta le comunica su gran admiración y respeto, realmente habrá que preguntarse sobre ese particular codificador social de aquel grupito de la farándula que alaba y vanagloria el dinero fácil, el poder manchado de sangre e ilegalidad.
Este chip colonial y esclavista, que tiene a algunas bellas mujeres embelesadas con el dinero y las falsas imágenes de felicidad que pueden dar algunos hombres, es un problema que pasa desapercibido en la sociedad por quienes creen que estos temas no merecen un mayor debate o discusión.
Kate es solo una de las víctimas que ha sucumbido ante esta cultura en la que, supuestamente, una linda joven merece a un hombre millonario y poderoso. Casos hay miles, presentadoras como Virginia Vallejo que terminaron con personajes como Pablo Escobar, o cientos de reinas y modelos que crean una imagen de reconocimiento público, no necesariamente para su propia satisfacción personal y profesional, sino para lograr ‘cachar’ a un hombre al que le lluevan dólares.
Este apetito de poder no solo se ve en narcos, sino también en políticos, como se representa claramente en La dictadura perfecta, una película mexicana que muestra cómo los políticos, en aras de ganar puntos y empatía con el pueblo, terminan casándose con hermosas actrices con carisma y vocación social. En Colombia, los matrimonios arreglados, en los que figuran la exreina, actriz o modelo como una primera dama comprometida con la niñez y la ayuda social son tantos, que parecen un guion creado por JJ Rendón para ganar votos.
Ahora, el amor existe y sobre eso no hay discusión, por lo que esta crítica no va dirigida a los y las enamoradas – cada quien está en libertad de hacer con su vida lo que mejor se acompase a sus preferencias–. Pero esto, más que una decisión de individuos libres o medianamente responsables, es una práctica masiva que está fomentando mujeres con mentalidades vacías o poco sensatas frente a la igualdad de género, frente a mejores posibilidades de vida, y que obstruye, bajo la sutileza de lo cultural, las opciones de empoderamiento y de verdadera libertad. El papel de la mujer dentro de la sociedad no solo debe ser analizado por el número de empresarias o ejecutivas que ostentan posiciones de poder, sino también en situaciones mediáticas y cotidianas que merecen toda la atención y la crítica social.
@tatidangond
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