No será fácil para el Congreso mejorar la imagen desfavorable que ha tenido durante los últimos años como resultado de su falta de interés en los temas centrales del país y la ausencia de un control político efectivo. El Congreso que se acaba de posesionar, si bien es el resultado del ejercicio democrático, no parece muy prometedor entre los nuevos políticos influenciadores que no saben por qué están ahí o cómo funciona la institucionalidad y los abucheos que estarán al orden del día cuando alguien diga algo que no sea de su parecer.
Este 20 de julio el país tuvo que presenciar cómo los abucheos se tomaron el Capitolio, en un ejercicio que si bien tenía un mensaje de protesta, muestra un amplio desconocimiento de lo que implica llegar al Congreso, esto es, tener la capacidad de manifestar oposición dentro del debate y no gritando como si no tuvieran la oportunidad de hablar y defender sus ideas. En redes sociales vi varios mensajes que apoyan el acto simbólico por el cual varios congresistas interrumpieron el discurso de Iván Duque, considerando que “los buenos modales” en estos contextos son una cuestión cosmética. Tienen razón en ello, sin embargo, se equivocan en identificar el problema como un asunto de modales o etiquetas; esto es el Congreso de la República no la cena de diciembre en la casa de la abuela.
Dado que ya no hay reglas objetivas para el ejercicio democrático sino que están sujetas a la validación de quienes consideran que para algunos temas estas normas no tienen por qué cumplirse, valdría la pena que se planteara este mismo escenario pero con otros personajes. ¿Qué tal si la bancada del Centro Democrático decide abuchear e interrumpir el discurso del presidente electo Gustavo Petro? ¿Le parecería esto una oposición sana o consideraría que al venir del Centro Democrático sería una manifestación que muestra su intolerancia y su espíritu de censura? Si este hubiera sido el caso nadie habría hablado de modales y etiqueta, sino de represión, irrespeto, vulneración a la libertad de discurso y mil cosas más, pero para muchos todo se vale cuando de defender sus ideas se trata.
Ese circo que armaron, en el que no se reivindicaron los derechos de las víctimas de ninguna forma, parecía más un colegio donde la gente en vez de hablar abuchea, cuando tienen perfectamente cómo dar un debate de altura desde la actual oposición. Este acto no fue una burla hacia Duque, sino al país que los eligió creyendo de alguna forma que pueden representar el cambio. Deberían tomarse estos espacios muy en serio, porque lo que vimos este miércoles en la posesión fue más un desfile de moda y de egos, que un Congreso bien organizado y comprometido con el país.
@tatidangond