Hay cierto romanticismo en la democracia, ese amor por la elección de las mayorías y la posibilidad de que cada tanto quienes dirigen una nación puedan ser reemplazados o reelegidos como castigo o reconocimiento por su labor. La democracia es la voz del pueblo y esta semana la última palabra la tuvieron millones de estadounidenses, de todos los orígenes y géneros, que acabaron con la autocracia de Donald Trump y dieron paso a la vigencia de un orden liberal más propio del espíritu democrático y diverso de Estados Unidos.

Después de mucha incertidumbre y conjeturas sobre los resultados de las elecciones, hoy podemos decir que las libertades fundamentales y la democracia como su catalizador, han ganado una lucha universal contra la mentira, el populismo y el desconocimiento de los derechos humanos. A pesar de que los efectos directos sobre la elección de Joe Biden y Kamala Harris, tienen como eje a Estados Unidos, lo cierto es que este triunfo es universal: ganan las libertades y pierden los dogmas extremistas.

Más allá de Estados Unidos, gobiernos latinoamericanos y nuevos movimientos de extremistas, sentían un espaldarazo del gobierno de Trump, un apoyo al desdibujamiento progresivo de los valores democráticos y una tendencia hacia las autocracias disfrazadas de nacionalismo. Todos los días el mundo se enfrenta al racismo, la misoginia, la xenofobia y a la vulneración de garantías fundamentales que todos deberíamos ostentar, por lo que lo cierto, es que estas decisiones democráticas si bien son una luz que se enciende en medio de una penumbra de miedos y mentiras, hay un camino largo por recorrer para que lunáticos desconocedores de la libertad, como Trump, no ostenten cargos de elección popular.

En Colombia muchos grupos políticos y dirigentes salieron abiertamente a apoyar a Donald Trump, a pesar de sus políticas contrarias a los derechos de los migrantes latinoamericanos, tal vez, porque la permanencia de Trump en el gobierno de Estados Unidos habría sido una refrendación a la idea de que cualquier presidente puede hacer lo que le plazca de espaldas al pueblo y aun así acuñar tanto poder para permanecer en él.

A pesar de las complejidades propias del sistema electoral estadounidense, donde el voto popular tiene una dimensión diferente ante la representación de los colegios electorales, hoy podemos decir que la democracia sigue siendo el mejor remedio contra la opresión y como sistema de gobierno es una reivindicación en sí misma.

Me preguntaba una amiga el porqué de la fascinación que tenemos los colombianos con las elecciones de Estados Unidos. Me atrevería a decir, que más allá de la relevancia que tiene para Colombia la política exterior estadounidense y las consecuencias que esta pueda tener sobre las relaciones bilaterales entre ambos países, subyace la idea de que en Colombia aún podemos tener algo más de fe en la democracia como el camino hacia el desarrollo.

@tatidangond