Ninguna alharaca se formó, brillaron por su ausencia las voces de protesta que cada vez que muere o se agrede a algún malandro salen airadas a descalificar a las Fuerzas Armadas y a acusarlas de excesos. Desaparecieron oenegés, Derechos Humanos, Vivanco, y los de siempre Barreras, Petros, Cepedas y compañía, cuando fueron vil y cobardemente asesinados cuatro jóvenes soldados en una emboscada en cercanías de Caucasia, cuatro muchachitos que cumplían su deber. Tampoco protestaron por los soldados recientemente masacrados en Arauca, con explosivos.

Ahora iniciaron alboroto con el triste episodio de la niña Embera y los siete soldados, pero pararon porque la Fiscalía obtuvo testimonios que los exime de violencia, y los acusa de abuso porque, pese al consentimiento, es una menor de edad, aunque parezca mayor. Medios y malandros están siempre prestos para descalificar el actuar del Ejército, pero callan atrocidades de guerrillas y clanes de malandros contra la mujer. Es la eterna queja de Lorena Murcia, valiente vocera de la Corporación Rosa Blanca que agrupa víctimas de abuso sexual y reclutamiento de menores, quien de frente mar acusó a Carlos Antonio Lozada y Pablo Catatumbo, hoy flamantes senadores de la república, de violar recurrentemente a las niñas reclutadas a la fuerza. Lo de ella no ha tenido eco ni apoyo para contratar abogados de postín.

Así es en todo, nos imponen una nueva ley del embudo donde lo ancho es para los malandros, y lo angosto para la gente de bien, que es la mayoría.

En el tema de esta delicada y difícil situación del manejo de la pandemia que exige la unión y solidaridad de todos en el común propósito de proteger la salud ciudadana, hay gente que, en vez de aportar iniciativas, o siquiera dar ideas para ayudar, se dedica a criticar todo lo que se hace, como si no fuera la indisciplina social sino los gobernantes los culpables de la masificación de los contagios, y como si Elsa y Pumarejo no anduvieran angustiados y atiborrados de problemas, haciendo lo que está a sus alcances. Es un caso de mala fe, complejo, o móviles políticos. O los tres.

Valdría la pena preguntar a los críticos, nuevos expertos en epidemiología, qué hubieran hecho de estar al mando, o qué hicieron cuando lo estuvieron. Nada diferente, claro, porque de esto nadie sabe nada. Evidente que las EPS no han sabido responder con eficiencia ni eficacia ni (pese a que la gente está evadiendo congestionadoras consultas externas y citas intrascendentes) con la rapidez que demandan los tiempos del virus. Pero también andan asfixiados. El tema nos tiene amenazados a todos los colombianos. Lo único cierto es que no podemos esperar la vacuna, debemos acostumbrarnos a vivir con la amenaza de contagio, y salir a producir guardando las precauciones, pues la economía no se puede detener.

Coletilla: Parece que esta vez sí es definitivo que la Autónoma tendrá rector hasta cumplir el período estatutario. Además de estructurado, preparado, y con gran experiencia directiva y docente, Mauricio Molinares es un Bakkano.

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