
Mente de mono
Quiero cerrar los ojos para ver si quita esa pensadera que no me deja en paz”.
Coincide esta apreciación con los estudios de salud mental, seis meses después del inicio de pandemia, donde revelan que la ansiedad y la depresión son las manifestaciones más frecuentes encontradas en las encuestas. Como el mono no podemos estar quietos, miramos un árbol y sus vías. Nuestra mente está saltando, la adversidad se agranda y las dificultades viajan del pesimismo a la fatalidad. Saltamos con la mochila de nuestros problemas y en ella va el distrés.
Cuando vamos de pensamiento en pensamiento, de rama en rama, de árbol en árbol, nuestra mente se está comportando con lo que conocemos como mente de mono. Es soltar los hilos para que la cometa de las divagaciones vaya sin rumbo. El equilibrio estructural de estas cometas es inestable y se precipitan al suelo fácilmente. Lo preocupante es que son usualmente vientos negativos los que la derrumban. Emociones tóxicas que no conducen a nada y son generadoras de zozobra y de angustia. Olvidamos el presente. Los aullidos del pasado y la incertidumbre del futuro nos dominan. Miedo y ansiedad desencadenan en el individuo las mismas respuestas neurobiológicas y similar descarga de mensajeros químicos, los neurotransmisores. Entre estos el cortisol que nos coloca en estado de alerta máxima con grandes riesgos para nuestra salud mental y enfermedad cardiocerebrovascular.
La doble calzada tiene avisos muy claros: la ansiedad y la depresión elevan hasta en un 45% la posibilidad de problemas coronarios. Mayor riesgo de repetición de estos eventos desastrosos en estas personas. Es el tipo de personalidad que gastan su energía mental en centrarse en los problemas y no en la búsqueda de las soluciones.
La lluvia de ideas y de pensamientos tiene un efecto directo sobre el estado mental. Son tantas las preocupaciones y los planes que hacen vagar al individuo, quitan su atención y son generadores de burbujas. Lo alejan de la acción. Tienen incapacidad para centrarse y ejecutar un proyecto. Son mentes gaseosas llenas de ilusiones, con poco contacto con la realidad. Si los pensamientos fuesen positivos desarrollarían envidiable creatividad y serían peregrinos de optimismo ilusorio. Cuando se detienen y hacen inventario, el balance de las ejecuciones es negativo. La ansiedad encuentra otras sumatorias: frustración y depresión. El pizarrón en blanco de nada construido.
Los datos predictivos que tenemos posterior a esta pandemia social que ha sido la Covid-19, indican que 1 de cada 4 personas tendrá problema de salud mental en el futuro cercano. Lo preocupante es que los dardos diana afectan especialmente población joven, laboralmente productiva y uno de los activos indispensables para la apertura de la economía. La construcción del capital humano está en riesgo por el estado mental de los colombianos, hoy sabemos que el 43% de las consultas buscando asesoría y orientación hacen referencia a ansiedad y depresión. El 10 de octubre celebramos la importancia de la relación armónica de la salud física y mental en el desarrollo de los pueblos y en la génesis de comunidades prosperas. La mente de mono, obstáculo para solucionar problemas. Es la retórica tramposa del politiquero.
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