La buena fe se presume y enlodar la reputación de una persona afirmando que consume sustancias psicoactivas, es algo lamentable y reprochable, más tratándose del presidente de los colombianos.
Gustavo Petro Urrego, ha pasado por muchos escenarios de la vida política del país, perteneció a un grupo guerrillero, se sometió a un proceso de paz y decidió hacer de la participación en política un proyecto de vida, ha ocupado cargos de elección popular como la alcaldía de Bogotá, fue elegido como senador de la república, durante varios periodos y aspiró con insistencia hacer el presidente de los colombianos en varias oportunidades, hasta convertirla en realidad.
Su discurso populista y su decisión de unirse con todo aquel que le brindara apoyo político en las elecciones presidenciales del año 2022, para derrocar el supermacabro régimen imperialista de la derecha, que según tenía al país sumergido en una tiranía feudal y en la más profunda explotación, fue el argumento de campaña para salvar a Colombia.
Ahora el gobierno del cambio metió el cambio, pero no en primera, las cosas no salen bien y vamos es en reversa. La inseguridad, el alza de los precios del combustible y de la canasta familiar, asfixian a los colombianos, muchos de los que depositaron su voto por el partido de gobierno, esperanzados en el cambio prometido hoy demuestran su arrepentimiento por haber tomado tan equivocada decisión.
Las políticas económicas y reformas, que ha pretendido imponer el actual Gobierno, han sido rechazadas de plano y solo han logrado generar inseguridad e incertidumbre para la economía del país, como lo fue el haber anunciado el cese de las exploraciones de hidrocarburos.
En tan solo un año de su gobierno, las cosas han empeorado, los grupos al margen de la ley se están fortaleciendo y las acciones terroristas contra la población civil han vuelto a ser titular de las noticias, el gobierno no demuestra tener autoridad y las ciudades se vuelven cada vez más inseguras, faltan más de dos años para que termine el periodo de mandato y el país se está incendiando.
Me cuesta trabajo que nuestro presidente sea un adicto a las drogas, no lo creo, ¡yo hasta no verlo no lo creeré ¡o que alguien lo pruebe, mientras tanto me rehusaré a creerlo, de lo que si no tengo la menor duda es de su Ineptitud para el cargo que ocupa y de algunos de los miembros de su gabinete.
Nos corresponde a cada uno de los colombianos preguntarnos si nuestro presidente es ¿adicto o inepto?