
Marchas y vandalismo
Invito a los lectores a tener siempre un pensamiento crítico e informado, ya que de lado y lado nos quieren contar una verdad amañada.
El tema del paro vuelve y polariza al país, y ni siquiera es en sí mismo el paro, sino lo que viene sucediendo frente a lo que coloquialmente denominamos como vandalismo, pero que como me permito explicar en esta columna va mucho más allá, y es algo mucho más estructurado que simplemente unos muchachos tirando piedras, con este contexto cuatro reflexiones.
Primero: Tenemos que identificar tres actores en las protestas. Primero hay un grupo de marchantes absolutamente legítimo, pacífico, y que tiene una serie de reclamos reales serios y argumentados, marchantes que se movilizan en familias, en grupos de trabajo de las oficinas o de amigos y que van tranquilos con sus pitos pancartas y arengas, esta es la mayoría de las personas que asiste a las marchas.
Segundo: Las tribus urbanas, estas son otra cosa, responden a otras lógicas y no tienen nada que ver con los anteriores, estas tribus parten del trastorno mental, porque no hay otro nombre, para seguir utilizando la frase de que la violencia es la partera de la historia, y con esa lógica llegan directamente a romper todo lo que se encuentren a su paso, vienen encapuchados y tienen una estructura y metodología para operar que es la siguiente: se dividen en lo que se conocen como las cuatro líneas. En la primera línea están los combatientes, que son los que vemos que se enfrentan directamente con la Policía; en la segunda línea están los logísticos encargados de llevar las papas bomba, elementos contundentes, comida, agua, y pertrechos en general; la tercera línea es la que atiende a sus heridos, según la gravedad los atienden en las mismas calles o los llevan a hospitales; y la cuarta línea son los que acompañan a sus detenidos a los CAI, a las unidades de reacción inmediata – URI–, o si ya son procesados los acompañan y asisten en sus procesos judiciales. Como pueden ver es una estructura muy sólida y organizada, por eso hablar de simple vandalismo se queda corto.
Tercero: Delincuencia común. En las marchas, y sobre todo al llegar la noche, se ha visto la llegada de estructuras de delincuencia que llegan a promover el saqueo, atracan a los transeúntes y aprovechan todo el río revuelto para delinquir. Es evidente que los primeros marchantes no tienen absolutamente nada que ver con las dos categorías posteriores, pero tristemente tanto la ciudadanía como los medios de comunicación están metiendo a todos en una misma bolsa y están estigmatizando toda la protesta social, cosa que es un grave error, es necesario segmentar los actores de la protesta, identificarlos y así las autoridades puedan capturar a los responsables de los delitos que son los que terminan afectando no solo a la ciudadanía en general, sino a los propios marchantes. A esto hay que sumar que estas categorías de tribus urbanas y delincuencia común le caen como anillo al dedo al gobierno y sus validadores porque así ya no responden a uno solo de los cuestionamientos que llevaron a convocar la marcha y se limitan a dar solo partes de seguridad, donde posan como víctimas, un gran negocio para ellos.
Para finalizar dos conclusiones. Primero, nunca se puede legitimar la violencia, deben ser tan altruista el fin como el método; y segundo, invito a los lectores a tener siempre un pensamiento crítico e informado, ya que de lado y lado nos quieren contar una verdad amañada, estas líneas que les comparto no son solo como analista, son como alguien que cubre conflictos y que para este caso estuve cubriendo la marcha desde adentro con mi cámara fotográfica, viendo toda La violencia y los hechos en primera persona, pero también viendo la angustia de tantos colombianos que solo se preocupan de cómo la pandemia y el gobierno cada día afectan más su calidad de vida, es desde las calles cubriendo los conflictos que uno conoce esta realidad.
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