Todo parece indicar que Navelena está haciendo agua, que sus bombas de achique no funcionan, que los grandes motores y sus propelas ni siquiera prendieron y es muy probable que no llegue a ninguna parte. Esto no sucede por la buena o mala navegabilidad del río, sino porque el gerente propietario de una de las dos firmas que integran el consorcio ( 87%), está en la cárcel en su país de origen por billonarios sobornos para el logro de multibillonarios contratos.
Marcelo Odebrecht, originario del “país máis grande do mundo”, es o era el contratista ídem y se le metió al contrato con una propuesta única que, extrañamente, adoleció de competencia. Los otros dos preclasificados se retiraron olímpicamente a pesar de que ambos tenían entre sus integrantes a veteranos mundiales del sector. Es que Jan de Nul y Van Oord han participado en los más grandes proyectos de dragado y manejo hidráulico del mundo por lo que su retiro me dio mala espina, pero ante los problemas financieros “insuperables” cuando se anuncia la venta de una participación importante de acciones, ahora sí aparece Jan de Nul interesado en el tema.
Valdría la pena que el Gobierno nacional aprovechara la coyuntura para revisar las cosas que ya sin arrancar empezaron mal. Sería bueno que el manejo del contrato se hiciera a través de una entidad estatal especializada, la ANI por ejemplo, con la experiencia, la infraestructura técnica y operativa necesarias para planear, controlar, exigir y acompañar a feliz término la ejecutoria de este magno proyecto.
Aprovecho también para hacer unas respetuosas sugerencias en cuanto a la contratación de proyectos de esta envergadura. Soy consciente de que las obras públicas normalmente no aguantan un análisis económico pero ante la abundancia de escasez en la que vivimos la prudencia indica que debe haber una mínima evaluación financiera y del mercado para justificar este tipo de inversiones. Me gustaría saber si se tuvo en cuenta la competencia del modo terrestre, la influencia en los usuarios del mayor tiempo de transporte, las consecuencias del necesario transporte multimodal –bimodal al menos– las posibilidades de continuar con un monopolio de transporte fluvial, el valor de los fletes resultantes por tonelada o por caja, los potenciales puertos de origen y destino, en fin, una serie de aspectos básicos que son determinantes para la viabilidad de este proyecto.
Aspectos técnico y operativos tampoco han sido difundidos y de las pocas cosas que sabemos es que habrá una profundidad mínima de 7 pies, que el tramo Barranca-Barranquilla tendrá obras de dragado y que el sector La Dorada-Barranca tendrá obras de encauzamiento. No hay diseños, ni proyecciones económicas, no conozco presupuestos de obra y ahora vemos que no hay financiación ni contratista.
No es solo evitar que se hunda Navelena buscando una nueva tripulación, es imperativo que ellos tengan unos derroteros establecidos que impidan que se salgan de rumbo. Ningún zarpe debe autorizarse sin tener al menos carta de navegación. Lo demás es improvisación, irresponsabilidad y populismo caro.