En las últimas semanas se ha escrito mucho en contra del gobierno del presidente Iván Duque. Miles han salido a protestar por una mejor calidad de vida, han alzado sus voces por quienes no la tienen, y, en general, han marchado para reprochar lo que consideran que ha sido una mala administración hasta el momento.
Y aunque al igual que otros colegas, también utilicé este espacio para lo mismo, exponiendo mi opinión sobre lo que creo que debería hacer el Presidente para cambiar su papel en la historia de este país, hoy voy a ponderarle un tema que, desde el comienzo, lo ha exaltado como uno de sus proyectos bandera, y que gracias a su buena gestión y a la de los congresistas de su partido político, hoy se encuentra a mitad de camino de convertirse en una realidad. Porque lo bueno, independientemente de las diferencias que se puedan tener, también hay que resaltarlo.
El pasado 16 de diciembre, tres años después de la tragedia de Yuliana Samboní, la niña que fue violada y asesinada por el bogotano Rafael Uribe Noguera, un horrible suceso que se sumaba a los tantos que suceden anualmente en Colombia, se aprobó en su cuarto debate, el acto legislativo que propone cadena perpetua para los violadores de niños, algo que ilógicamente hasta el momento no se había podido lograr.
Y a pesar de que aún queda un camino arduo por recorrer, ya que la Constitución debe reformarse para que esto sea una realidad, estamos más cerca que nunca de que al menos en la teoría, esta nación esté protegiendo a sus niños.
La senadora Gilma Jiménez debe de estar celebrando en el cielo, pues esta congresista, quien falleció en el 2013 debido a un cáncer, fue una de las pocas personas en ese recinto que velaba por los niños de este país, y dedicó su vida a intentar defender los derechos de los más vulnerables. Recuerdo escucharla hablar con vehemencia sobre cómo le parecía insólito que los violadores de niños no tuvieran cadena perpetua, cuando existen cifras tan escalofriantes como la de que en Colombia, 23 niños son abusados sexualmente a diario. La recuerdo hablar con indignación, la recuerdo hablar con sentimiento genuino, la recuerdo hablar con desolación, pero sobre todo, la recuerdo hablar y no ser escuchada por la mayoría de los tienen la potestad de aprobar las leyes.
Por eso hoy, quiero públicamente agradecerle al Presidente y su bancada por impulsar una causa que verdaderamente vale la pena, una que espero ayude a disminuir los casos de abuso sexual en menores, y que le dé el castigo que se merecen todos los enfermos detrás del dolor de estas pequeñas víctimas.
Porque si nosotros no abogamos por ellos, ¿quién más lo hará?
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