No hay una frase en el mundo que más me moleste que esta, pues por más que lleve la vida entera escuchándola, no logro todavía comprenderla. El hecho de que vivamos en una sociedad en la que estamos divididos por estratos económicos, ha terminado dividiéndonos socialmente, separando a los ricos de los pobres, a los que han tenido oportunidades de los que no las han tenido y a los ‘educados’ de los que nunca han pisado un salón de clases.

La verdad sea dicha, hemos terminado catalogando a la gente entre aquellos que son ‘de bien’ y aquellos que, según unos parámetros ridículos, no lo son. Por lo general, cuando alguien separa a los ‘bien’ de los no ‘tan bien’, significa que aquellas personas tienen un ‘buen’ apellido, vienen de un ‘buen’ colegio (casi siempre bilingüe, privado y caro), están ‘bien’ vestidas, hacen parte del ‘buen’ club, dicen lo que suena ‘bien’ y se rodean con otra gente igual o más ‘bien’ que ellas. Básicamente, la gente de ‘bien’ es de ‘bien’ porque por alguna razón cósmica nacieron en cuna de oro, cuna de privilegios y de estratos altos. Semejante logro.

Es por esto que no tolero cuando alguien utiliza frases como “ella es una ‘pela’ de bien”, “él es un ‘man’ bien”, “esa familia es de bien”, “ese apellido es de bien”, pues, en mi opinión, ser ‘de bien’ no puede tener como referente nacer en una casa de ‘status’, ser ‘de bien’ es algo que debe ser ganado, sudado y merecido, ser ‘de bien’ es algo que uno es porque llega a serlo y no porque nace siéndolo.

El que es ‘de bien’ es aquel que, sin importar si ha nacido con oportunidades o sin ellas, utiliza su vida para trabajar honradamente. El que es ‘de bien’ es aquel que le es fiel a su pareja. El que es ‘de bien’ es aquel que le inculca buenos valores a sus hijos. El que es ‘de bien’ es aquel que no pone sus principios en juego solo porque no son convenientes. El que es ‘de bien’ es aquel que no juzga, que tiene integridad y que es, por encima de cualquier cosa, un buen ser humano.

Yo conozco muchos que lo han tenido todo, que han ido a los mejores colegios, que hablan más de un idioma, que tienen carros, que viajan tres veces al año, que no tienen problemas para que un país les dé una visa y que tienen las mejores recomendaciones en los bancos para que les presten plata, y no son gente ‘bien’. Y, por el contrario, conozco mucha gente que le ha tocado duro, que la violencia los ha hecho salir de sus hogares con una mano adelante y otra atrás, que las oportunidades les han sido casi nulas, que tienen que hacer maravillas para que les rinda el sueldo y que les toca recurrir a prestamistas porque no hay institución financiera que les dé un auxilio, y sí son de bien.

Son de bien porque te sonríen cuando les hablas, porque son incapaces de robarse un peso, porque quieren sin esperar nada a cambio y porque te miran sin mirar las etiquetas de tu ropa, las marcas de tu carro, el tamaño de tu casa o el olor de tu perfume fino.

Así que invito a que dejemos de utilizar esta frase o a que replanteemos su significado, ya que los verdaderos valores que pueden categorizar a alguien como una persona ‘de bien’ no pueden ser comprados y no tiene nada que ver con linajes, cuentas bancarias o membresías de clubes sociales.

Porque ser ‘de bien’ es algo que se hace y no con lo que se nace.