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Opinión

El Caribe, protagonista energético

Es necesario cambiar el énfasis en torno a la narrativa del carbón, que seguirá siendo pertinente para hacer frente a las necesidades energéticas y el desarrollo socio económico.

A nivel mundial atravesamos una coyuntura de alza en los precios internacionales del gas, el petróleo y el carbón, derivada del incremento de la demanda de energía por la reactivación de la industria manufacturera global luego de la crisis desatada por la pandemia de COVID-19.

La caída de las reservas de gas natural en Europa, la llegada al límite de la capacidad de producción de las plantas en Estados Unidos, la inminencia del invierno en el hemisferio norte, y las dificultades de China para generar energía, que han llevado al cierre de fábricas en el gigante asiático, entre otros factores, han sobrecargado las cadenas de suministro de este insumo, y ahora el alza de precios en los hidrocarburos puede tener efectos negativos en la recuperación de la economía global.  

Entre tanto, en el plano nacional la postergación de la entrada en operación de Hidroituango y de otros 17 proyectos térmicos y renovables ocasiona una amenaza de desabastecimiento de energía en firme, pone en riesgo el plan de expansión del sistema eléctrico, y hace prever un alza en las tarifas del servicio al tenerse que acudir a otras fuentes de generación más costosas. 

Ambas situaciones reafirman la necesidad de definir cómo aprovechamos la riqueza de la Región Caribe en carbón y su potencial en petróleo y gas, mientras desarrollamos de manera inteligente las posibilidades que representan la fotovoltaica, la eólica y el hidrógeno como nuevos componentes de la matriz energética actual, y la capacidad de almacenamiento que estamos construyendo.

Como Región debemos asumir el liderazgo para que ambos procesos se den de manera consensuada, acompasada y sostenible, y tener mayor representatividad en la toma de decisiones y en la configuración del sector energético nacional, con el fin de garantizar la confiabilidad del suministro de energía, donde las térmicas son vitales, propendiendo por mejorar la competitividad del territorio.

No debemos perder de vista que nuestro carbón representa apenas el 4,3% del comercio global de este mineral, en términos del valor en dólares de las exportaciones de 2020. Y que nuestra huella de carbono, es decir el inventario de gases de efecto invernadero medido en términos de toneladas de CO2 equivalente y su impacto en el calentamiento global en un determinado tiempo, es de solo de 97 megatoneladas, a datos de 2018, según Global Carbón Atlas, las cuales no están solo asociadas a hidrocarburos, sino también a otras fuentes de emisión. Ese año México emitió 477 megatoneladas, Brasil 457, Argentina 196 y Venezuela 139. Los cinco países con mayores emisiones fueron China con 10.065 megatoneladas, Estados Unidos con 5.416, India con 2.654, Rusia con 1.711, y Japón con 1.162.

Además, debemos considerar que nuestra generación de energía es mayoritariamente limpia por estar basada en un 68,3% en hidroeléctricas y un 30,7% en generación térmica, de la cual el 13% se produce con gas y el 9,5% con carbón.

Es necesario cambiar el énfasis en torno a la narrativa del carbón, que seguirá siendo pertinente para hacer frente a las necesidades energéticas y el desarrollo socio económico. Debemos comprender igualmente, que la incorporación de las fuentes renovables a nuestra matriz energética será gradual y tomará tiempo. No se trata de reemplazar unas fuentes por otras, sino de complementarlas y avanzar en una transición ordenada, sin poner en riesgo la confiabilidad del sistema eléctrico nacional y la estabilidad social y económica del país.

La experiencia de Alemania, España y otras naciones de Europa y de algunos estados de la Unión Americana demuestra que una incorporación acelerada de las renovables, disminuyendo o eliminando las fuentes convencionales basadas en gas y carbón, trae consigo alzas en el costo de la energía, pérdida de competitividad y dificultades económicas y sociales.   

En ese contexto abrimos mañana martes el Caribe BIZ FORUM 2021, espacio en el que estos temas serán analizados por expertos nacionales y extranjeros y donde necesitamos escuchar las voces de quienes, desde el Gobierno nacional, tienen en sus manos todas las decisiones asociadas al desarrollo presente y futuro del sector minero energético y a la reducción del costo de energía, factor que tanto impacta en la productividad de nuestras empresas. 

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