Martes de Carnaval en Barranquilla y yo pretendiendo que alguien me lea sobre este tema… se escucha el llanto por Joselito y yo aspirando a que alguien con costeñita helada en mano tenga cierto tipo de reflexión democrática con estas líneas…

Estamos en año electoral, y aunque los opinadores nos hemos acostumbrado a analizar los populismos en su forma nacional, es decir, a partir de liderazgos que tienen como objetivo conquistar espacios de poder centrales, hemos perdido de vista al fenómeno en lo local. A nivel subnacional Rodolfo Hernández era ya un populista cuando fue alcalde de Bucaramanga, e igual Gustavo Petro cuando estaba en el Palacio de Liévano de Bogotá.

Con esta brevísima introducción quisiera dejar entonces dos puntos en claro: (1) el populismo no es una cuestión de derechas o de izquierdas, en Colombia tenemos ejemplos de ese tipo de mandatarios en ambos colores. (2) Tampoco es un fenómeno exclusivo del escenario nacional, tenemos extensa evidencia de cómo se configura en lo local.

Como varios autores han explicado, anteriormente la discusión política pasaba por la posición en el espectro ideológico, la cuestión era en dónde se situaba el candidato o el elegido. En estos tiempos, sirve y es profundamente más útil intentar reconocer si sus ideas conllevan una ejecución populista o en libertad democrática.

Andrés Velasco, decano de la Escuela en Políticas Públicas de la London School of Economics, señala en una de sus emblemáticas conferencias que el “populismo es una vieja y clásica enfermedad latinoamericana”, que además hemos exportado con éxito al resto del mundo. Eso me resulta interesante porque explica en gran medida la razón por la que se nos hace común. No nos altera tanto, no llama nuestra atención, lo tenemos normalizado.

Me la paso escribiendo y hablando sobre estos temas, y si alguien me sorprendiera con el requerimiento de darle ejemplos de populistas, de seguro mencionaría a Trump en EE. UU., Erdogan en Turquía, Castillo en Perú, AMLO en México, Modi en India. Como se pueden dar cuenta, todos los referentes a los que salto, a priori, no son mandatarios de territorios subnacionales.

¿Por qué? Porque no le prestamos atención suficiente a este problema en la escena local; sin embargo, deberíamos.

Es imperativo entender que el populismo no es una ideología, es una forma de hacer política. Las elecciones de octubre serán útiles para escoger entre eso o la libertad democrática (la que cuida de las instituciones) en los territorios. Tendremos los colombianos la oportunidad de elegir no solo con el estómago, sino con la razón.