Cayó la estatua de Cristóbal Colón, en varios lugares como Boston y Miami, quizás por la barbarie conquistadora que se inició con el descubrimiento.

Lo cierto es que la indignación por el vil asesinato del afroamericano George Floyd ha cruzado las fronteras moviendo a manifestaciones mundiales en contra del racismo y su violencia. Yo no aguanté sino un par de minutos del video en el que el policía ponía la rodilla sobre el cuello de Floyd. Una escena ignominiosa, cruel, infame. Es increíble que el afroamericano siguiera llamando “señor” al policía y le dijera que no podía respirar. Momento que revivió con palabras dramáticas su hermano menor, para pedir con lágrimas en el Congreso de Estados Unidos el pasado miércoles : “paren este dolor”.

Me vino a la memoria el personaje de Coleman Silk, el protagonista de la novela La mancha humana de Philip Roth. Cuando dejó la casa familiar para emprender sus estudios, se trasladó a Washington, pero entonces tuvo que oír que se dirigían a él con palabras despectivas y se vio convertido en un negro y nada más que un negro. No estuvo dispuesto a aceptarlo. ”No puedes permitir que los grandes te impongan su intolerancia, del mismo modo que no puedes permitir que los pequeños se conviertan en un “nosotros” y te impongan su ética”. Coleman había decidido ocuparse él mismo de su futuro, en vez de que los intolerantes siguieran jugando el papel determinante, más de cien años después de la Proclama de Emancipación.

Lo interesante del personaje de Coleman es que tiene conciencia de que la pigmentación de su piel no era suficientemente oscura, así que eligió desde su infancia no ser negro sino independiente y libre. Su decisión de identificarse como blanco no era entonces errónea. Y ese es el secreto que él va a mantener, alejado de su familia. Logra triunfar en la vida académica como un brillante profesor de Lenguas Clásicas. Un día al preguntar en clase por dos alumnos que nunca se habían presentado, se refirió a ellos con el término “spook”, que significa fantasma, porque nunca los veía, pero que en inglés tiene una segunda connotación despectiva hacia los afroamericanos. Error de Coleman. Lo acusaron de discriminación racial y fue desvinculado de su cargo. ¿Cómo? Él, que era un negro oculto, por su decisión de ser libre, era juzgado ahora por racismo. A mi esta novela de Roth me ha servido para pensar, desde otro ángulo, lo que dijo el hermano de George Floyd en el Congreso : “estoy cansado del dolor que siento”. Una frase que Coleman Silk repetiría por el maltrato que recibió, antes de no plegarse a su suerte por ser negro. Cuántos dirían “paren este dolor” al sufrir discriminación por el color de la piel, pero también por sus creencias, por ser pobres e inmigrantes, y tantas otras “manchas” de la condición humana.