¿Pueden jugar juntos Miguel Borja y Fernando Uribe? Me preguntan desde que arribaron a Junior los dos delanteros a principios de este año. Sí, les respondo. Segundos después les digo que la pregunta debería ser: ¿pueden jugar bien Borja y Uribe juntos?

De vieja data es esta discusión futbolera: la coexistencia útil de dos centrodelanteros de similares características técnico tácticas. En Barranquilla fue famoso el símil musical de ‘Pancho’ Villegas “no puede haber dos pianistas en una misma orquesta” para desestimar la convivencia de Mickey Kretzer y Silva Pacheco en la delantera de Junior en los años 70. O, más actual y más internacional, fue la persistencia por el no de Marcelo Bielsa a la presencia, al mismo tiempo, de Batistuta y Crespo en la titular de la selección Argentina a inicios de 2000.

El jueves, Junior venció merecidamente a un competitivo Equidad, clasificó a la fase de grupos de la Sudamericana y, por primera vez, alineó a Borja y Uribe en el frente de ataque. No fue buena la muestra. De hecho el técnico no se dejó obnubilar por el resultado del primer tiempo (2 a 1 ganaba Junior) y dejó solo a Borja para el segundo tiempo.

Pero sería injusto reducir el análisis del confuso juego de Junior en esa etapa y la mejora colectiva en el segundo período por Borja y Uribe. Yo creo que tuvo mayor incidencia la decisión de poner a los jugadores en su hábitat más natural: Velasco de lateral, Hinestroza de puntero izquierdo, Cetré de puntero derecho y Cabrera por el medio. Y también, cómo no, dejarle solo a Borja el feudo más cercano al arco rival.

En teoría, da la impresión de que no es fácil que puedan jugar eficientemente juntos, porque no parecen complementarios. Desean alcanzar lo mismo, el gol, por el mismo camino y las mismas decisiones. Sus movimientos más determinantes son muy similares y su zona de influencia, en donde imponen sus mejores virtudes, es la misma. No obstante, es prematuro emitir un juicio concluyente después de un primer ensayo. Hay que certificar el éxito o no del tándem cuando jueguen más partidos, estén ambos en mejor nivel individual, cuando se empiece a ver si ayudan a mejorar el funcionamiento, si sus compañeros logran encontrar las mejores variantes para potenciarlos; si no dejan al equipo con ‘9’ en fase defensiva, si su ‘natural egoísmo’ goleador no interfiere en la mejor resolución de las jugadas; si no condicionan el juego grupal.

El fútbol tiene ejemplos de afortunada coexistencia de dos centrodelanteros. Aun así, los hay fundamentalistas fieles a aquello de que “de la selva, un solo rey, el león; del área, un solo goleador”.