Messi ríe y el mundo está riendo con él. Esta vez no llora, como en las finales frustradas de Copa América en Chile y en USA. Lo veo caminar por el terreno de juego. Extrañamente está solo. Montiel acaba de anotar el último lanzamiento para que Argentina gane el Mundial de Catar 2022 y Messi no llora, ríe, levanta los dos brazos a la tribuna, está como en éxtasis.
Ahora no camina, flota, es como si la cancha del Estadio Lusail de Catar fuera una nube gigantesca, está en shock. Es un ‘deja vu’ de los mil sueños que tuvo levantando la Copa del Mundo, de la presión que le pusieron a diario, de la manera despectiva como le enrostraron que no había ganado un mundial, que no podía ser el mejor de la historia, sin importar haberlo ganado todo.
Veo la tribuna. Los franceses en silencio, los argentinos con el alboroto acostumbrado. Y Messi allá arriba, en el Olimpo, sentándose a manteles con Pelé y con Maradona. Que ya no hay duda alguna que, en esos 1,69 metros de estatura, sí cabe tanto talento, tanta habilidad, tanta inteligencia.
Acabamos de ver una final trepidante a 120 minutos y a 8 lanzamientos desde el punto penal entre Argentina y Francia. Mbappe, gol; Messi, gol; Coman, y tapó Dibu; Dybala, gol; Tchouaméni, y por fuera; Paredes, gol; Kolo Muani, gol; y Montiel, gol y campeón del mundo.
Argentina campeona del mundo en un partido que difícilmente escapará del baúl de los recuerdos gratos.
Emmanuel Macron, el presidente de Francia, mira al horizonte cercano, el Emir de Catar Tamim bin Hamad Al Thani lo observa y respeta su silencio y su tristeza.
Se apagan las luces del Lusail Stadium y reina la penumbra, los argentinos ni se van, ni se silencian, ahora prenden las luces de sus celulares, ahora Infantino le entrega la Copa del Mundo a Messi, ahora Messi camina hacia sus compañeros con la Copa soñada, vamos Argentina carajo, gritan los periodistas y narradores argentinos, y ahora Messi llega donde sus compañeros y levanta la Copa. Argentina tiembla, el mundo es feliz.
Gracias Dios. Las lágrimas corren, son de alegría, de nostalgia, de momento sublime, de hermosos recuerdos que servirán para seguir viviendo.
Y gracias Lionel, gracias Messi. Gracias por convertir las lágrimas y las tristezas en momentos de extrema felicidad. Gracias por no rendirte, gracias por esta final de vivir y morir.
¡Gracias Messi! Gracias por enaltecer al fútbol…