Cuando se anunció su partida, el buscador de Google sólo produjo como resultado una foto donde aparecen todos los Char Abdala en una celebración. Los medios tuvieron que hacer un cercamiento a la misma y tomar la impresión de su cara para poder tener una referencia fotográfica de él.

Así fue su vida, discreta pero productiva. En mis primeros tiempos en el periodismo fui muy cercano a Simón. Cuando visitaba a su hermano Fuad, para hablar del Junior, por lo general pasaba primero por la oficina de él. Un hombre afable, con la risa permanente al hablar del equipo barranquillero, del béisbol y del tiro.

Simón fue un apasionado por la caza hasta cuando las instituciones protectoras de animales comenzaron sus campañas para protegerlos y él decidió, a motu propio, abandonar la actividad.

Es posible que la mayoría de las personas que van y vienen de Cartagena no sepan que, a la entrada de Puerto Colombia, está la sede del Club de Caza y Tiro que él ayudó construir luego de cambiar la vieja sede que estaba en lo que hoy es Soledad 2000 y al lado del cementerio de Soledad. Ahí, frente a la cancha de fútbol. Hace poco recordamos el hecho con Helmuth Bellingrodt que era presidente del club en 1992 cuando Simón oficiaba de tesorero.

Nuestro campeón mundial y medallista olímpico me escribió el domingo “una persona excepcional, gran amigo, gran compañero, gran dirigente, un grande vacío deja Simón, que el Señor le dé el descanso eterno”.

Es que Simón fue un apasionado por los deportes. Practicó el softbol junto a sus hermanos de la mano de Gabriel “Rookie” Núñez. Por ello, al encontrarnos por las mañanas en las caminatas de madrugada en Villa Country, siempre nos deteníamos y hablamos sobre el Junior, los jugadores, el técnico, o cualquier tema de moda. Ahí nos tropezábamos. Corriendo, caminando o en cicla haciendo el pare para ponerse al día del equipo amado del cual era dueño junto a sus hermanos.

Al enterarnos de su partida recordé que hacía 15 años que no lo volví a ver. Fue cuando fui a una de sus empresas a adquirir un automóvil. Me mudé de Villa Country y, con la mudanza, las charlas matutinas terminaron.

Simón construyó junto a sus hermanos, el emporio industrial y comercial Olímpica, apoyó al desarrolló del béisbol profesional y el equipo Caimanes, fue pilar del desarrollo del Junior y soporte de obras a favor de la comunidad.

Cuando su hija Laura fue Reina del Carnaval no escatimó centavo alguno para que viviéramos una de las fiestas de Momo que más se recuerdan.

Siempre discreto, nada mediático. Simón ha partido y con él muchos de mis recuerdos cuando comenzaba mi carrera en el periodismo. Los mensajes de su sobrino Alex Char, despidiéndose de él en las redes sociales, me confirmaron la imagen que siempre tuve de Simón.

Por eso, no tengo duda alguna en que ha partido un gran ser humano…