En el fútbol, sus protagonistas, léase jugadores y técnicos, tienen una manera de relacionarse con su actividad, con los resultados y las expectativas de su profesión. No sé si mejor o peor, pero sin duda muy diferente a las sensaciones y reacciones de los hinchas, dirigentes y periodistas. La condición de conocedores y ejecutores de las acciones que construyen el juego del fútbol les acerca explicaciones que a los demás, muchas veces, les parecen insuficientes. Para estos, en su condición de “grey ávida de milagros”, el inmediatismo es el único compinche en el que confían. Desde esa perspectiva más racional del que ordena el plan y de los que lo desarrollan, un partido en medio de un campeonato en el que aún no se define el título, en el que, además, no está en riesgo una clasificación, supone la oportunidad de obtener 3 puntos más, de afianzarse en la posición que ostente; de ir consolidando el patrón de juego, pero de ninguna manera, el triunfo o la derrota es el fin del camino. Al día siguiente volverán a sus ensayos y pensando en el próximo encuentro. En el próximo rival. No tendrán tiempo para quedarse en el lamento o la euforia, porque su profesionalismo y compromiso con lo que sigue, les obliga a “olvidar” y a enfocarse en el rival que los espera.

Pero para los demás, hay partidos que significan más que eso. Uno que retrata de cuerpo entero esa impresión y que logra estremecer sus fibras más sensibles, es el del Junior, hoy, ante el Nacional de Medellín. No hay un termómetro más preciso para medir el grado de rivalidad que los seguidores del equipo barranquillero tienen con respecto a otro equipo que el enfrentamiento contra Nacional. Es el rival que quieren, a toda costa, vencer. No sé en qué momento, pero Nacional se volvió la referencia para la comparación de los seguidores de Junior. Hay que ser mejores que ellos, es la inspiración. Y la exigencia. Una derrota ante Nacional es toda una afrenta.

El virus anti Nacional ha sido inoculado en la psiquis del seguidor rojiblanco de tal forma que este Junior de Alexis, no obstante la generosa campaña que desarrolló el año pasado y la primera posición que ocupa en lo que va corrido de este, si no doblega a Nacional esta tarde, todo aquello perdería valor. No le entregarán el aprobado. Seguirá el prejuicio instalado y el orgullo mancillado.

Soy consciente de que los tiempos y las reflexiones de los que compiten y los que no, son diferentes, pero el partido de hoy significa un punto de inflexión en la relación del Junior y sus fans. No se acaba el torneo y ganando todavía no será campeón, cierto. Pero, a partir de hoy para ellos, por fin, serán 100% confiables. Valdría la pena que lo tuvieran en cuenta. Hoy es el día.