En la decisión del presidente Iván Duque de extender el encierro pareciera haber infl uido la persistente presión política que desde su Twitter sedicioso ha venido ejerciendo Gustavo Petro.
Una muestra es este trino del 19 de abril: “Si Duque levanta la cuarentena el 27 de abril, Claudia tiene la obligación moral de mantenerla y volverla más estricta”. Es decir, le exigió a Claudia López que desafiara a Duque. Y con la extensión, obvio, Petro debió sentir que ganó el round.
Por supuesto, siempre que él redacta algo saltan centenares de tuiteros para enfrentarlo o apoyarlo. @PhilipoTorres le dijo: “Desde un hotel cinco estrellas en Cuba, con piscina y cocteles es fácil decir eso camarada”. @JPretelt29 le respondió: “La política social de la ‘Colombia Humana’ consiste en dejar morir de hambre a los más pobres en medio del confinamiento”.
Como vemos, a pesar de su estado de salud, Petro sigue muy activo y en función del 2022. Parte medular de su estrategia es arrinconar a Duque (y con él al uribismo) y a Claudia. Eso incluye ponerlos a pelear entre sí sobre el manejo de la crisis del coronavirus. Por ahora, no lo logró.
A Duque, pese a los deseos de Petro, no le ha ido tan mal porque, salvo los parpadeos iniciales como la permanencia de las operaciones de El Dorado, se le ha visto prudente, aunque siento también que no le ha dicho toda la verdad al país sobre la realidad del virus. En las encuestas, Duque parece haberse reconciliado un poco con la opinión pública, y la razón es comprensible: en tiempos de dificultades el juicio de los ciudadanos sobre sus gobernantes tiende a ser más indulgente si perciben responsabilidad en éstos. Y a Claudia tampoco le ha ido mal: pese al ímpetu verbal que suele distinguir su personal estilo político, ha demostrado carácter y capacidad para tomar decisiones en circunstancias complejas. Y, además, acaba de hacer una exitosa colecta ciudadana.
Desde luego, a medida que Petro ha arreciado contra ambos más enemigos ha construido en la derecha y el centro e inclusive en la izquierda, lo que continúa acentuando su perfil radical y eso seguramente le generará mayores conexiones con sus tropas inorgánicas y extremas, pero no con las mayorías que se requieren para ser presidente de la República.
La exigencia de Petro en favor de un confinamiento largo choca con una realidad: este no es un país que pueda subsidiar a su masa desempleada ni tenderles la mano a los informales, a menos que haya un nuevo modelo económico en beneficio de una sociedad equilibrada y justa. En un país como el nuestro el confinamiento es un lujo que solo puede darse una minoría que dispone de casas y apartamentos cómodos, fincas confortables y cuentas bancarias abultadas. Esa es la espantosa curva de desigualdad que este virus feroz ha desnudado dramáticamente en Colombia, y que ojalá empecemos a aplanar.
@HoracioBrieva