El ser humano con su actividad laboral ha transformado el mundo. En la antigüedad la minería era una actividad económica fundamental. Su práctica, realizada principalmente por presidiarios y esclavos, se hacía sin ningún tipo de protección a pesar que de que ya existían indicios de que el trabajo en minas exponía a las personas a riesgos importantes de su salud.
La revolución industrial introdujo las máquinas en muchos procesos, las cuales tenían en común el peligro que su uso entrañaba para sus operarios. Las lesiones profesionales, e inclusive la muerte, eran amenazas reales y constantes que se magnificaban ante la ausencia de legislación para proteger al trabajador con prevención o rehabilitación.
El siglo XX trajo consigo la creación de la Organización Internacional del Trabajo y con ella la globalización del concepto de salud ocupacional, entendido como la actividad multidisciplinaria que busca promover y proteger la salud de los trabajadores, lo cual se logra si se previenen los riesgos y se eliminan los factores y condiciones que ponen en peligro la salud y seguridad en el trabajo.
Las primeras intervenciones en salud ocupacional se hicieron sobre los riesgos que incrementaban los accidentes directos que ocurrían durante el trabajo y que se ocasionaban por explosiones, quemaduras o cortaduras principalmente. Los adelantos tecnológicos identificaron nuevos riesgos asociados con el desarrollo de problemas de salud en el largo plazo. Un ejemplo de lo anterior fue la exposición a rayos x por parte del personal sanitario que trabajaba con imágenes diagnósticas y el posterior desarrollo de algunos tipos de cánceres. De manera general surgió entonces el concepto de enfermedades ocupacionales (ya no eran solo accidentes), y dentro de ellas se agruparon condiciones que van desde los dolores crónicos hasta algunos tipos de problemas mentales.
Los riesgos laborales y las enfermedades que condicionan se siguen modificando. Una muestra de lo anterior fueron las tristes noticias de esta semana cuando, al cumplirse los 18 años del vil ataque terrorista contra el World Trade Center en Nueva York, contaron que a la fecha han fallecido 200 bomberos que participaron en las labores de salvamento durante el 9/11 a causa de enfermedades relacionadas con las actividades que realizaron durante la atención de la emergencia. Las revistas científicas desde el año siguiente de los atentados empezaron a describir cuadros respiratorios severos asociados al antecedente de haber respirado el aire denso de la zona cero. A cinco años de la exposición ocupacional la función pulmonar de estos pacientes había empeorado dramáticamente y las probabilidades de desarrollar un cáncer se habían incrementado un 19% con respecto a la población general. También se ha sugerido una fuerte asociación entre la exposición laboral durante el rescate y enfermedades cardiovasculares y trastornos psicológicos.
En Colombia poco hemos estudiado las enfermedades ocupacionales en profesionales y trabajadores de “oficios riesgosos” en medio del conflicto interno (militares, personal de salud, políticos, entre otros). En el conocimiento de estas condiciones podríamos encontrar otra buena justificación para seguir luchando por preservar la paz.
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