Las imágenes de los videos y los comentarios de las personas que me los enviaron, me llevaron a algunos fragmentos del libro “De animales a dioses”, de Yuval Noah Arari, para poder explicarme a mí mismo el fenómeno sociológico que observaba en la pantalla del celular: decenas de personas que se aglomeraron frente al hotel donde estaba alojado el equipo de la ciudad, para “darle ánimo” antes del partido, mientras violaban todas las medidas de bioseguridad y prohibiciones que estaban estipuladas por la ley.

Lo que recordaba del profesor de historia es que todo ese espectáculo de total irresponsabilidad en medio de una pandemia por una enfermedad letal, en el que, supuestamente, ese acto de sacrificio en el que se pueden contagiar y contagiar a otros, y hasta pueden morir, servirá para que el equipo triunfe, está basado en la ficción, en un mito común. Las iglesias se basan en mitos religiosos comunes, los estados se fundamentan en mitos nacionales comunes, los sistemas judiciales se sostienen sobre mitos legales comunes. “No hay dioses en el universo, no hay naciones, no hay dinero, ni derechos humanos, ni leyes, ni justicia, fuera de la imaginación común de los seres humanos”.

Tampoco existe la patria, ni los colores de la bandera, ni el escudo nacional, ni el escudo del equipo de fútbol. Son producto de una compleja red de narraciones que producen constructos sociales en los que se crean realidades imaginadas, que son diferentes de la mentira. Una realidad imaginada es algo en lo que todos creen, lo cual es un fenómeno social muy poderoso. Tanto es así que, las realidades imaginadas y los patrones comportamentales que de ellas se derivan, constituyen los fundamentos de lo que se conoce como cultura.

En psiquiatría, el hecho de atribuirle poder a las cosas, a los fenómenos de la naturaleza, a rituales de celebración, con los cuales se va a cambiar o controlar el futuro, se conoce como pensamiento mágico primitivo, el que se inventaron los que nos antecedieron en la evolución para tratar de entender esos fenómenos naturales.

¿Qué pensarían en ese momento en que intercambiaban gotitas de Flügge mientras entonaban los cánticos del equipo a todo pulmón sin tapabocas?, ¿que su acto heroico primitivo a costa de su vida garantizaba el triunfo?, ¿que los convertirían en seres mitológicos en busca del vellocino de oro? En realidad, ¿qué tienen en la cabeza? Preocupante.

No me fusilen pero, menos mal, esa realidad nunca imaginada en el partido permitió que no hubiera un desastre sanitario mayor, ya que el equipo perdió y no hubo más celebración. Después vendrán las consecuencias, y todo por una supuesta afición a un equipo de fútbol. Una ficción creada alrededor de un deporte que devino en mito y toda clase de héroes y seres mitológicos.

“Imagine there is no countries, it isn´t hard to do, nothing to kill or die for, and no religion too”.

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