No se imaginan cuánto me estoy gozando esta confrontación de Greta Thunberg frente a la actitud de los principales líderes políticos acerca del cambio climático y su responsabilidad al respecto. Lo disfruto porque esta adolescente con un Síndrome de Asperger –condición reconocida dentro de los trastornos del espectro autista– me demuestra que no estoy errado al afirmar que el Autismo y todo lo que se le parece no son enfermedades ni “condiciones”, sino productos de la evolución y, como en toda ella, se da la variedad desde un bajo de nivel de funcionalidad hasta la genialidad.
El diagnóstico de los trastornos de este espectro se basa en tres grandes ítems: un trastorno en la interacción social, un trastorno en el desarrollo del lenguaje y un rango limitado de actividades y de intereses. Los aspergerianos tienen dificultades en la interacción social de forma que resulta incómoda por su rigidez, pero sin problemas de conducta; su lenguaje es una fortaleza que se desarrolla de manera acelerada y permite la escolarización temprana; el rango limitado de intereses en su caso es la especialización en tópicos complejos.
Greta mostró su preocupación por el cambio climático a los 11 años de edad y puedo asegurar que, a sus 16 actuales, esta activista tiene en su cerebro una información tan completa como la tienen los presidentes Donald Trump y Vladimir Putin por el hecho de ser presidentes de unas naciones que están comprometidas en gran medida en la contaminación ambiental. Lo de ella es un conocimiento producto de una investigación exhaustiva y con un nivel de comprensión del tema que le ha servido de acicate para desarrollar su lucha y motivar a millones de adolescentes a luchar por lo que los líderes políticos de los países comprometidos en contaminación les están destruyendo, su futuro. Ese es, ni más ni menos, el sentido de su lucha.
“Sin mi síndrome no sería posible porque, probablemente, hubiera sido como todos los demás y hubiera seguido adelante como todos sin pensar mucho en esto”. Díganme, por favor, qué tan loca o trastornada está una chica con este nivel de autoconciencia sobre su vida y todo a su alrededor. Más aún, es capaz de decir, y con esto confirma sus dificultades en la interacción social, que le abruma ser el centro de atención y estar en medio de tanta gente, pero le toca hacerlo y lo hace. En plena ONU, en la reciente cumbre mundial sobre el clima, sus primeras palabras fueron: “Mi mensaje es que los estaremos vigilando”. Políticos, prepárense, no hay nadie más cansón que alguien del trastorno del espectro autista para repetir hasta el infinito que se le cumpla una petición. Desde el año pasado, muchos estudiantes no van a clases los viernes para defender el clima. A menos que suceda lo que nadie quiere. Ya apareció en Roma un muñeco con la cara de Greta colgando de un puente.
¿Quiénes son los trastornados?
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